HOMILIA
DE MONS. RUBEN OSCAR FRASSIA
Santa
Misa Solemnidad de San Pedro y San Pablo
Diócesis
Avellaneda Lanús sitio oficial
Queridos hermanos:
Una vez más constatamos
que la Gracia de Dios y el Espíritu Santo conducen a su Pueblo. En este diálogo
que Jesús tiene con los Apóstoles les pregunta “¿ustedes qué dicen, quién soy?”
para escuchar la respuesta de Pedro “¡Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo!” y Jesús,
admirado, dice “ni la carne ni la sangre te lo han revelado, sino mi Padre que
está en el cielo; yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia” Es el Señor, con el Espíritu Santo que guía y conduce a la Iglesia, que
elige a hombres. Pedro, precipitado, impetuoso, con sus flaquezas, con sus
debilidades, es elegido por el Señor para que dé testimonio con su vida y Pedro
es fiel hasta el final.
Por eso respetamos la
figura del Santo Padre, porque “no es la carne ni la sangre sino que es el
Espíritu de Dios” quien lo guía. Ayer Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan
Pablo II, Benedicto XVI, hoy Francisco. Cuando vemos a Francisco vemos al
Cardenal Jorge Bergoglio pero estamos viendo a PEDRO.
Tenemos que tener una mirada siempre sobrenatural. Cuando uno mira con fe,
sobrenaturalmente, ve mejor y ve más. De allí que hoy recemos especialmente por
el Santo Padre.
La figura del Apóstol
Pablo, aquél que persiguió encarnizadamente a la Iglesia, en Damasco Dios lo
tira de un caballo y lo convierte. “¡Saulo, Saulo ¿por
qué me persigues?” Esta es la consecuencia fundamental: después del encuentro
viene inmediatamente la conversión y después de la conversión viene el
cumplimiento de la misión. Pero si falta el encuentro no hay conversión y si no
hay conversión no hay misión.
Pidamos hoy al Señor
apoyarnos en el Espíritu Santo, apoyarnos en la fe de los Apóstoles Pedro y
Pablo, apoyarnos en el Señor para que también nosotros, siguiendo la fuerza y
la intensidad del encuentro, podamos convertirnos y convirtiéndonos descubramos
cuál es nuestra misión. Todos tenemos una misión: hay que obrar, hay que
desarrollarla, hay que ponerla en acto, hay que vivirla, hay que entregarla.
Hoy pedimos por la
Iglesia y por todas las personas que están atribuladas, con muchas
dificultades, pero siempre el Señor nos dice “¡No temas, yo estoy contigo hasta
el final de los tiempos!” Por eso el Señor está y protege a su Vicario, al
Papa, a Pedro. Hoy rezamos por él, para que el Señor lo fortalezca, la Virgen
lo proteja siempre y la Iglesia lo escuche y lo cuide.
Que así sea.-