Domingo XIV Tiempo Ordinario -
Ciclo A -
NOS TOCARON EL SENTIDO DE LA VIDA.
Padre Emilio Betancur
Lo que nos está pasando tan grave y doloroso no puede ser
solo objeto de programas de entretenimiento, serenatas virtuales, gimnasia en
casa, juegos de mesa, vacaciones de meses con provisiones para un año, con
despido de trabajadores incluido, porque en la finca tenemos quien nos sirva,
tampoco haciendo todo para lo que antes no tuvimos tiempo, dormir más, comer
mejor a domicilio, leer y organizar la biblioteca, escribir, ver películas, oír
la música que nos ha encantado siempre, lo que se sintetiza en cuidarnos a
nosotros mismos. Una dama ante el riesgo de morir y no tener más tiempo para la
belleza y el juego decía parodiando a Saramago, que sus cenizas las esparcieran
en el centro comercial que sus amigas conocían como el punto y los momentos más
felices de su vida. Parece ser que sus amigas no pudieron darle gusto por culpa
del implacable virus que arrasó con ellas. Otros estratos siguen festejando con
reuniones sociales o familiares, haciendo entierros con champeta porque hace
parte de su cultura; y es primero la cultura que cualquier virus se le
atraviese. El resto que son la mayoría sufriendo porque cuando salgan de la
cuarentena no encontrarán empleo, estarán más endeudados y sin plata para la
comida y las matriculas. ¡Que
decir de los que estaban en empleos informales!
Porque no permitirnos un acercamiento más humano a una
promesa que Dios nos ha hecho en la Resurrección de Jesús, para afrontar una
pandemia que nos desbordó a todos y nos sigue dejando perplejos, promesa que
Pablo nos relata con responsabilidad y experiencia de ser hijo de Dios:
“Hermanos. Ustedes ya no están esclavizados a un virus (instinto), sino bajo la
acción del Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita en ustedes por el
bautismo (para luchar contra el mal), si alguno no lo tiene, es que todavía no
es cristiano. Pero si en ustedes está el Espíritu de Dios que resucitó a Jesús
de entre los muertos, el mismo que resucitó a Cristo, dará vida incluso a
nuestro cuerpo” (personal y social) marcado por los signos de la muerte,
desempleo, pobreza, perdida en todos los campos de lo adquirido anteriormente
luchando. La misma muerte llamada pandemia se encontrará con el Resucitado que
sigue teniendo la victoria sobre nuestra muerte. “así pues, hermanos, ya no
somos esclavos del virus y su pandemia (instinto), para vivir sometidos a él;
porque de lo contrario tendrán que morir. Pero si, animados por el Espíritu
renunciamos al mal y sus signos, tendrán vida. (segunda
lectura. Rm 8,9.11-13).
Para confirmar nuestra esperanza el texto de Zacarías se
refiere a la figura de Alejandro Magno conquistador de Tiro (Zc9,4) quien no
podría ser el modelo que prefigurara el Mesías, o un opresor como ocurrió con
Salomón en la segunda etapa de su vida quien traicionó su nombre de paz. En el
caso nuestro el mesías es la economía, el capital y el dinero; con los riesgos
que el rescate se convierta en ganancia. Para Zacarías, lo mismo que para
nosotros, la presencia del Señor en medio de su pueblo y su voluntad liberadora
se hará en términos totalmente nuevos. “¡Alégrate, ciudad de Sion, grita de
júbilo Jerusalén, mira a tu rey que viene a ti defendido por Dios y victorioso!
(primera lectura) El Mesías esperado será manso y humilde de corazón, cabeza de
un pueblo de pobres. Es un estilo diferente a Alejandro Magno y Salomón porque
encarnará a David el rey que unificó las tribus de Israel.
Particularmente hoy para nosotros y puntualmente en todo el
universo, el sufrimiento por el coronavirus y su pandemia está comprometiendo
el sentido de toda la existencia humana. Según cada uno de nosotros este
enraizado se puede dar sentido al sufrimiento que cuando es mundial, rompe las
barreras de todo orden y tiempo irrespetando todas las instancias económico -
políticas. El sufrimiento que hoy tenemos es transversal a nuestra vida personal,
familiar y social Es tan grande el poder de este mal que arremete de tal forma
al sentido de la vida que nos oscurece el bien; así el mal solo exista sino en
relación al bien. Para que la opción sea correcta y en paz, Jesús nos invita a
que todos seamos pobres: “Vengan a mi todos los que están rendidos agobiados,
que yo os aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo (carga débil) (La nuestra
está siendo muy pesada), y aprendan de mí que soy manso humilde de corazón”
Esto significa que podemos acércanos a la cruz para decirle: Jesús toma mi
carga, la de los míos y la de los demás. “Y así encontrarán alivio (paz). porque mi yugo es llevadero y mi carga liviana” (evangelio).
El evangelio nos invita a darle gracias a Dios por los
pobres; porque desde ellos podemos entender estas cosas del evangelio ¡Quien
más sabe de sufrimientos que un pobre! “Las revelaste a los pequeños porque así
tuviste a bien disponerlo”. Es posible ser pobre aprendiendo de los valores de
los pobres. En lo que falta por venir, que es aún mas
grave, hagamos ineludible esta relación con los pobres. Jung decía que muchos
de los pacientes que se acercaban a él estaban llenos de orgullo, es decir,
ausencia de actitud de pobre; y sólo se curaban cuando adquirían una actitud de
respeto con respecto a realidades mayores que ellos. Esto es un planteamiento
de humildad. Más del 75% del cuerpo humano está hecho de agua, pero más del 75%
del espíritu esa lleno de orgullo.