DOMINGO
XVII TIEMPO ORDINARIO CICLO A
PANDEMIA
Y SABIDURÍA.
P.
Emilio Betancur
A medida que
pasan los días ya meses de la pandemia, el mundo entero particularmente los
países pobres estamos invadidos de incertidumbres porque la realidad de lo nos
está ocurriendo nos desbordó. Lo mucho que dejamos de hacer bien y en lo que
tuvimos logros nos deja un vacío, hay muchos niveles de nuestra vida social en
que no solo por la falta de empleo sino por nuestras actitudes nos sentimos
ahora descolocados o mejor desubicados. Eso no lo pueden decir los que les está yendo bien aunque a la mayoría la están pasado muy mal.
Estamos en una crisis de la sabiduría humana, por tanto de sabios pero, con
sobrecupo de solo “inteligentes racionales” con corazón infartado como ocurre
con la tecnología. Es de sabios dar un lugar humano a los lados enigmáticos de
la realidad histórica cuando ésta se resquebraja, porque de lo contrario si
seguimos siendo egoístas, insolidarios y excluyentes terminamos exhaustos, con
propuestas y resultados parecidos a lo que nos llevó a la crisis. Los
pudientes, siendo menos como población con mayores ingresos y los pobres siendo
la mayoría sin poder ingresar. Los Bancos son caso aparte en la ganancia.
La
experiencia de Pablo es una oferta de Sabiduría, por lo tanto del criterio de
sensatez y equidad que no hemos tenido o se nos está acabando. “Hermanos para
los que quieren a Dios todo ocurre para bien porque desde el principio nos
escogió para que nos pareciéramos a Jesús, compasivo y humano, en eso es
primogénito entre nosotros sus hermanos (segunda lectura). Imitar a Jesús, en
la relación con los demás, primordialmente con los pobres como compasivos y
humanos, es la primer oferta de sabiduría en medio de la pandemia.
Una noche
como la nuestra en Gabaón, ciudad cananea al norte de Jerusalén, se apareció en
sueños el Señor a Salomón y le dijo “Pídeme lo que quieras”, Salomón le
respondió. “Señor soy joven y no tengo experiencia, es inmenso el pueblo me
diste para gobernar hasta el punto de no poderse calcular. Yo requiero de un
servidor, sabio que sepa discernir entre el bien y el mal” No pidió riquezas ni
larga vida de mandato, menos la muerte de sus enemigos políticos contrarios a
su mandato. Dios le respondió: “Te doy la Sabiduría que nadie ha tenido antes
ni tendrá después” (Primera lectura). A la Sabiduría de ser compasivos y
humanos como Jesús, Dios agrega la Sabiduría como discernimiento para ser
sensato.
Es la misma
Sabiduría de Dios la que Jesús experimentó en su interior por su cercanía al
mismo Dios; y que Jesús pasó a sus discípulos explicándosela en parábolas. No
fue pues que el señor Jesús iba pasando y cuando se encontraba con signos
campesinos como el tesoro escondido en tierra, o en la ciudad el comerciante
que buscaba piedras para revender hasta encontrarse una de mucho valor, vendió
lo que tenía y la compró; o unos pescadores que se sentaron a separar el
pescado bueno y el malo lo tiraba. La parábola es lo que le ocurre a Jesús por
la acción de Dios en su interior. Él, Jesús, es el tesoro escondido, la perla
fina que mereció al comerciante vender todo lo demás para adquirirla; Él es el
Reino de los cielos para quienes por discernimiento lo aceptaron como pescado
bueno y el dueño de la casa que va sacando de sus cofres cosas y nueva y
viejas. (El reino de los cielos es para distinguir la Sabiduría, Jesús, como
don)
Jesús después
de la resurrección se reinsertó en un grupo que había huido por miedo a tener
la misma muerte de su jefe, a trabajar de nuevo en Galilea contagiándolos de la
presencia de Dios en su interior, explicándoles por medio de parábolas lo que
le había ocurrido a Él, la misión de ellos era contarle a la gente en parábolas
que lo ocurrido a Jesús les estaba pasando también a ellos. El Espíritu del
resucitado que la iglesia ha puesto en nuestro interior por el bautismo tiene
la misión de contarnos en parábolas la transformación interior de salvarnos de
nosotros mismos para ponernos en comunión, en comunidad, al servicio de los
demás, particularmente con la predilección por los pobres, así nos parecemos a
Jesús. “El Espíritu Santo vendrá y los ayudará, porque el Padre lo enviará para
tomar mi lugar. El Espíritu Santo les enseñará todas las cosas, y les recordará
todo lo que les he enseñado. Les doy la paz, mi propia paz, que no es como la
paz que se desea en este mundo. No se preocupen ni tengan miedo por lo que
pronto va a pasar”. (Jn 14,26-27). Esta es la
propuesta de sabiduría en la pandemia como oferta de sensatez y de paz para
superar el egoísmo, la insolidaridad y la exclusión.