HOMILÍA
DOMINGO XVIII TIEMPO ORDINARIO CICLO A
LA
IMPORTANCIA DE SABER LAS CAUSAS PARA COREGIR.
Sin duda alguna es más
fácil durante la pandemia estar bien informados por los medios de comunicación
a quienes solo interesa la noticia; que encontrar a alguien para explicarnos
acerca de los desiertos exteriores que estamos trasegando efectos de otros
tantos, pero interiores. De lo contrario solo vamos a saber que
fue lo que nos pasó, el diagnóstico, pero no las causas de lo que nos ocurrió y
las correcciones que debemos hacer desde nuestro interior. Es imposible que le
sigamos endilgando la culpa al virus y su pandemia que por no ser humanos
carecen de discernimiento y mucho menos de soluciones.
De la multiplicación de
los panes para una multitud empobrecida nos habla el resucitado y lo registra
Marcos con una economía extrema de palabras. Recordemos que las actitudes de
Jesús de compasión y solidaridad con los pobres, cuando las repetimos nosotros
como experiencias propias se llaman seguimiento de Jesús, voluntad de Dios, ser
humanos que nos hace creyentes.
Pudo haber sido por el
impacto de la muerte de Juan Bautista que Jesús se retiró a un lugar despoblado
y solitario encontrándose con una multitud que lo compadeció, y curó a los que
estaban enfermos. Por la lejanía, la hora y sus escasas provisiones, cinco
panes y dos peces, los discípulos, la iglesia del momento le insinuó a Jesús:
“despídelos para que vayan a comprar comida” (evangelio). No compartir porque
no tenemos ni nos alcanza con lo poco que tenemos como dijeron los discípulos
la Iglesia a Jesús, sigue siendo un rodeo capcioso ya que pudieron o pueden
compartir lo que les es propio, cinco panes y dos peces” (evangelio). Otro tanto
ocurrió con el sacerdote y el levita en la parábola del buen samaritano dando
un rodeo despectivo para no caer en cuenta del herido. Puede ser que con los
pobres tenemos más distancias que acercamientos. Además, cuando los discípulos,
la iglesia, proponen comprar con dinero es someterse al mismo factor que ha
producido el hambre de la multitud. Para Jesús no hay que comprar, basta
compartir, el. La multitud en la época de Jesús es signo del hambre que hoy
aumenta en el mundo a nombre del capital, el dinero o el egoísmo que es lo
mismo, revelado por la pandemia. Para Jesús compartir, la solidaridad es un
proceso de personalización que implica varios momentos: El primero es sentarse
en la hierba, “que se sienten por grupos de cincuenta” (Lc
9,14) para enfatizar la organización que requiere la solidaridad y el compartir
como respeto a los que antes eran solo multitud y ahora permite un mejor
desarrollo al don de la solidaridad haciéndola más humana y personal.
En el segundo momento
Jesús da gracias a Dios Padre por lo que hay “Alzó la mirada al cielo, bendijo
los cinco panes y dos peces” (frutos de la tierra y el trabajo del hombre). La
acción de gracias a Dios por el pan, perdida por la mayoría de creyentes, es el
inicio del milagro.
En el tercer momento
“Los partió y se los dio a los discípulos y los discípulos, la gente y todos
comieron y quedaron satisfechos. Después recogieron lo que sobró: Doce canastos
llenos. Habían comido unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los
niños” (evangelio). La versión religiosa de ser Jesús quien multiplicó los
panes y los peces deja en cero la responsabilidad de la iglesia. La lectura
profética se refiere a la multiplicación signo del compartir; y a los doce
canastos llenos como sobrante para los que siendo pobres no estaban en la
multitud. Jesús es quien sostiene y garantiza las futuras multiplicaciones; si
se comparte no importa el número de pobres porque alcanzará para todos. El
compartir el pan brota como una verificación del amor de Dios que remueve la compasión
en nuestro corazón y nos permite repetir con Pablo: “Qué podrá apartarnos del
amor con que nos ama Cristo: El hambre, la desnudez, las angustias, las
tribulaciones. Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias a
aquel que nos ha amado sin permitir que nos apartemos del amor que nos ha
manifestado Dios en Cristo Jesús. (2ª lectura)
El oráculo profético de
la primera lectura hace eco en nosotros cuando dice: “¿por qué gastar tu dinero
en lo que no es pan; tus salarios en lo que no te satisface?” Al mismo tiempo
nos invita a mirar a Jesús quien puede colmar nuestros deseos más profundos,
“Préstenme atención, escúchenme y verán que ustedes pueden tener vida… Yo hago
con ustedes una alianza eterna, les cumpliré las promesas que por amor hice a
David” (Primera lectura).