DECIMO NOVENO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO  

                                        (Año Par. Ciclo A)

Lecturas bíblicas:

Abrimos nuestra Biblia y buscamos:

a.- 1Re.19, 9.11-13: Aguarda al Señor en el monte.

b.- Rom.9,1-5: Quisiera ser un proscrito por el bien de mis hermanos.

c.- Mt. 14, 22-33: Jesús camina sobre las aguas.

Esquema

1.- Invocación al Espíritu Santo para que sea ÉL quien ore en nosotros: Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor tu Espíritu. Y todas cosas serán creadas. Oh Dios que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo haznos dóciles a tus inspiraciones para que gustemos el bien y gocemos siempre de su consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

2.- Acto Penitencial: Pedimos perdón al Señor, antes de escuchar su Palabra, de todo lo que nos ha impedido orar durante esta semana. Perdón Señor….

3.- Oración colecta: Dios todopoderoso y eterno, a quien podemos llamar Padre, aumenta en nuestros corazones el espíritu filial, para que merezcamos alcanzar la herencia prometida. Por nuestro Señor.

4.- Lectio divina:

a.- ¿Qué dice el texto?

- “¡Ánimo! soy yo; no temáis” (Mt. 14, 27).

El evangelio nos presenta la tormenta y Jesús que camina sobre las aguas (vv.22-25), reacción de Pedro y compañeros (vv.26-33).  Jesús manda embarcar a los discípulos, ir a la otra orilla, adelantarse, mientras ÉL despide a la gente, y sube a orar al monte (v.23; cfr. Mt.6,45.53; 8,23). La oración, búsqueda de soledad, previo al encuentro con el Padre. Jesús ora sólo y ahí fluye entre ÉL y su Padre ese diálogo amoroso. EL es el único Mediador (cfr. 1Tim. 2, 5). Sólo aquí y en Getsemaní, nos presenta a Jesús orando (cfr. Mt.26,33-34). A la abundancia de los panes que distribuyó el buen Pastor, sigue la noche (Sal. 23, 2-3). Mientras tanto, la barca va con los discípulos, sigue su rumbo, pero el viento sopla en dirección contraria, sus fuerzas son pocas, frente a la tormenta que se avecina. El mar y la borrasca poseen una simbología bíblica particular, son las fuerzas adversas del mal que, sin embargo, Dios domina y controla (cfr. Sal.77; Jb.9,8). Mientras que caminar sobre las aguas viene a indicar el señorío de Dios sobre ellas (cfr. Sal. 77,19-20; Is. 43,16). Otro signo de los que vendrá a la cuarta vigilia hacia los discípulos, la hora entre las 3 y 6 de la mañana, el amanecer la obra que despunta el obrar de Dios en la mentalidad bíblica y el evangelista a la resurrección (Ex. 14,24, Mt.28,19). Ahora es Jesús quien viene caminando sobre las aguas, al encuentro de sus discípulos. Estos hombres, acostumbrados a jornadas de trabajos duros, espantados, gritan su miedo: “Es un fantasma” (v. 27). La respuesta de Jesús es una exclamación atribuida solo a Dios: “¡Animo!, que soy yo; no temáis.” (v. 27; Ex.3,14). El hombre experimenta su flaqueza ante esta teofanía de Jesús, de Dios, ante las realidades divinas. Esta aparición, más que milagro, hace que el miedo aparezca en los discípulos, mientras Jesús se identifica, con lo que queda claro, que sólo ÉL puede hablar así, de forma categórica, absoluta. Los discípulos podían decir con palabras del salmista. Aunque camine por valles de muerte nada temo: porque tú estás conmigo, tu vara y tu cayado me consuelan (cfr.Sal.23,4).

- “Mándame ir a ti sobre las aguas” (Mt.14, 28).

A las palabras de Jesús, Pedro responde: si es Jesús, quiere ir a ÉL, nada debe temer. A su vez Jesús le dice: “Ven” (v. 29). Pedro va hacia Jesús, pero siente el fuerte viento, se atemoriza, comienza a hundirse y gritó: “¡Señor, sálvame!” (v. 30). Por primera vez este apóstol habla en nombre de los Doce (cfr.Mt.15,15;16,16-19;17,24-27; 26,33). Pedro como los enfermos que acudían a Jesús, lo invoca con su nombre, el Salvador (cfr. Mt. 8,25; 9,21-22;10,22). Jesús, tendió la mano, recrimina su falta de fe y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” (v.31, cfr. Mt. 8,26). La duda aparecerá también en los relatos de la resurrección y siempre referida a los apóstoles (cfr. Mt. 28,17). En las palabras de Jesús no hay una condena, sino una constatación: la presencia salvadora de Dios, no apaga tormentas, sino que hace que quien en el peligro obedece y se arriesga, experimenta la presencia salvadora. La fe, por poca que sea, hecha de valentía y miedo, sostenida por la palabra del Señor, hace de ella un elemento fundamental de la vida del discípulo de Cristo. En cuanto a la duda, no aparece como un elemento de la fe, tampoco se condena, sino es el Señor quien hace superar la duda del creyente con su palabra y cercanía.  La sola presencia de Jesús y Pedro en la barca, calma el viento (v.32; cfr. Mt. 8, 26). La atmosfera se convierte en un espacio para la confesión y adoración, verdadero reconocimiento de la divinidad de Jesucristo de parte de los discípulos: “Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: Realmente eres el Hijo de Dios” (v. 33). Esta adoración se agrega a otras que Jesús ya ha recibido como la de los magos, de un leproso y del jefe de la sinagoga (cfr. Mt. 2,11; 8,2; 9, 18). Esta confesión es verdaderamente original, ya que se había dirigido así sólo a Jesús el diablo (cfr. Mt.4,3.6; 8,29). En varias ocasiones Jesús se autodenomina: “Hijo del hombre” (cfr. Mt.17,12. 22-23; 20,18; 26,64; Mc.2,10-11; Lc.9,22; Hb.2,6-9), o se le llama “Hijo de David” (Mt.1,1.20; 9,27; 12,23; 15,22; 20,30-31; 21,9.15; Mc.12,55; Lc.3,31; 18,38-39; 20,41). Es la primera confesión de fe de parte de los discípulos. De esta forma toda la Iglesia está delante de su Maestro y Señor. Si hay en ella fe, queda inmune de todo peligro y preservada del total hundimiento de la comunidad eclesial en la historia: “Si no creéis, no subsistiréis (cfr. Is. 7,9), palabras que son válidas para la antigua como la nueva alianza, pero la Iglesia tiene a Jesús en medio de ella y se le debe decir con frecuencia: “Realmente, eres Hijo de Dios”, pero para nosotros como Iglesia, necesitamos escuchar con frecuencia: “¡Ánimo! ¡Soy yo” ¡No tengáis miedo!”. 

b.- ¿Qué me dice? - ¿Qué palabra o hecho de este evangelio me habla al corazón? Escoge tu texto o versículo y da razón de tu elección. Te escuchamos.

- “Subió al monte para orar” (v.23). Jesús, siempre ora antes de hacer un signo de importancia.

- “¡Ánimo¡, soy yo; no temáis” (v.27). Con este signo demuestra su divinidad y los discípulos creyeron en ÉL.  Con ÉL desaparecen los temores de ahí el deseo de ir a ÉL caminando sobre las aguas.

- “Señor, sálvame” (v.30). El grito de Pedro representa a la humanidad siempre necesitada del auxilio de Dios.

- Otros testimonios…

c.- Oración. ¿Qué le digo al Señor Jesús a propósito de este texto? Escoge un versículo o palabra con la que inicias tu oración personal. Te escuchamos.

- “Subió al monte parar orar” (v. 22). Señor Jesús, que siempre busquemos tiempo para estar contigo, te lo pido Señor.

- “Señor, si eres tú, mándame ir a ti” (v.28). Señor Jesús, como Pedro quiero encaminar mis pasos siempre hacia ti, te lo pido Señor.

- “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” (v.31). Señor Jesús, aumenta nuestra fe y que nunca dudemos de tu amor. Te lo pido Señor.

d.- Contemplación y acción. ¿A qué me compromete este evangelio?

- Me comprometo a orar para que aumente mi fe.

5.- Relectura bíblica que hace S. Teresa de Jesús de este pasaje evangélico: Santa Teresa de Jesús, hablando del camino de la oración, nos enseña a reconocer continuamente a Jesús, como el único Maestro. Las primeras determinaciones nuestras de no dejar la oración, deben estar acompañadas del maestro de espíritu, que nos enseñe a no ir lento o a saltos como sapos, ni tampoco a cazar lagartijas, quedarnos en minucias insignificantes, sino cimentados en la humildad de quien se guía por la palabra del Señor. “Pensaba muchas veces que no había perdido nada San Pedro en arrojarse en la mar (Mt.14,29-30), aunque después temió. Estas primeras determinaciones son gran cosa, aunque en este primer estado es menester irse más deteniendo y atados a la discreción y parecer de maestro; mas han de mirar que sea tal, que no los enseñe a ser sapos, ni que se contente con que se muestre el alma a sólo cazar lagartijas. ¡Siempre la humildad delante, para entender que no han de venir estas fuerzas de las nuestras!” (Libro de la Vida 13,3-4).

6.- Adoración y Alabanza: Te alabamos Señor.

- Te adoramos y alabamos Padre, por tu Hijo, que espanta nuestros temores, te alabamos Señor.

- Te alabamos Padre, por abrirnos el camino para ir a ti, te alabamos Señor.

- Te adoramos y alabamos Padre desde los que están afligidos que parecen que se hunden, te alabamos Señor.

- Te adoramos y alabamos Padre desde todos los que oran y confiesan su fe en Jesucristo, te alabamos Señor.

- Otras alabanzas…

7.- Preces: Te lo pedimos Señor.

- Te pedimos Padre por la Iglesia, el Papa y la paz en toda la tierra, te lo pedimos Señor.

- Te pedimos Padre por los enfermos de coronavirus, por los que se hunden por su falta de fe, y dudan de tu amor, te lo pedimos Señor.

- Te pedimos Padre, por el aumento de las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras, te lo pedimos Señor.

- Te pedimos Padre, por las familias cristianas para que desde la fe, crezcan en santidad, te lo pedimos Señor. 

- Otras preces…

8.- Padre Nuestro

9.- Abrazo de la paz

10.- Bendición final.

En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice: V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.  R. Amén.

Conclusión.

S. Juan de la Cruz nos exhorta: “Buscad leyendo y hallaréis meditando; llamad orando y abriros contemplando” (D 162).

 www.carmelitasvina.cl.

P. Julio González C.

Pastoral de Espiritualidad Carmelitana.