LA GRAN PREGUNTA
Domingo
21º del Tiempo Ordinario. A
“Vosotros,
¿quién decís que soy yo”
(Mt 15,28)
Señor Jesús, se ha dicho que tú eres un famoso desconocido.
Tú formulaste a tus discípulos dos preguntas que son como el centro del evangelio.
• En primer lugar, les
preguntaste qué decían las gentes sobre ti. La respuesta no era difícil. Les
bastaba prestar atención a los comentarios de aquellos que se acercaban a ti.
Unos te identificaban con
el profeta Elías. Por su
defensa del Dios único frente a los ídolos que se imponían a los fieles. Y por
su defensa de la dignidad de los pobres, como Nabot, o como la viuda de Sarepta.
Otros veían en ti una
cierta semejanza con Juan el Bautista o con alguno de los profetas. Como ellos,
también tú exhortabas al pueblo a confiar en Dios y a cambiar su estilo de vida
y convertirse.
• Además, les preguntaste
qué decían ellos sobre ti. No bastaba preguntar a las gentes. Ahora tú pedías
una confesión personal que implicaba la manifestación de los deseos
y proyectos más íntimos. Y esa respuesta nunca ha sido fácil.
Yo sé que también a mí me
diriges esa misma pregunta. A veces apelo a una definición académica
que no me compromete.
Con frecuencia siento la
tentación de pensar que ya respondí a ella hace años, cuando opté por un camino
en la vida y por una escala de valores. Es fácil decirme a mí mismo que
entonces te reconocí como mi Maestro.
Pero tú me diriges esa
pregunta en cada momento de mi vida. Necesito valor para descender al fondo de
mi conciencia y ver qué puesto ocupas tú en mi vida. Me engaño al afirmar que te
reconozco como mi Señor y Salvador. Mil dedos apuntan contra mí para denunciar todas
mis esclavitudes.
Señor, hoy te doy las
gracias porque, a pesar de mi rutina, sigo preguntándome quién eres tú para mí,
en esta etapa de mi existencia. Pero te
pido que tu Espíritu me asista para que no me engañe a mí mismo, dándote una
respuesta que no responda a la verdad de mi vida. Amén.
José-Román
Flecha Andrés