DOMINGO XXVII TIEMPO ORDINARIO CICLO A 

P. Emilio Betancur

 

CAMBIAR: LA TAREA PENDIENTE.

Siempre nos han advertido la política y la economía que manejan la salud pública, acerca del futuro como algo imprevisto pero con la seguridad que será distinto. A lo anterior hay que agregarle el temor a una nueva ola del coronavirus. Quienes conducen la crisis hoy, o sus sucesores, nos dirán porque lo que nos dijeron no pasó así.

La tarea más importante en este tiempo de crisis, que aún sigue pendiente es nuestro cambio interior que se inicia en cualquier momento escuchando a Dios, en su Palabra que está en la Biblia y la predicación; teniendo en cuenta que Dios nos ha escuchado todo una vida. Escuchar es algo más que leer porque exige ante todo tiempo y reflexión para convertir los pensamientos en las experiencias de vida que llamamos cambio o conversión.

La primera lectura de este domingo, para no dormirnos, la escribió un profeta, poeta que con su arpa hizo una canción sobre la pasión de Dios llamada “la viña”, que somos todos por los que Dios tiene que cuidar y advertir el camino de ser humanos para ser felices; es el tema de la canción de Isaías “Quiero cantar en nombre de un amigo, Yahve, la canción de su viña, nosotros, de quienes esperaba respetar la justicia y solo se dedicó a los hechos de violencia y sangre; esperaba la equidad y solo se oyen quejas de incumplimiento. Esta actitud es la primera parte de la escucha, caer en cuenta del mal comportamiento como viña del Señor. ¡Puede ser que Yahve arriende la viña a otros cultivadores! Así lo hizo corriendo el riesgo, como ocurrió, que éstos se quedaron con la viña matando de manera violenta a los criados cuando fueron a rescatarla, hasta su hijo corrió mala suerte. No le quedó más al dueño de la viña que buscar otros que respondieran por ella, produciendo frutos (Evangelio). Nada de estos malos augurios ocurrirá con nosotros porque venimos de gran tribulación, estamos en actitud de transformación, y queremos escuchar a Pablo para saber que quiere Dios de nosotros no solo particular sino socialmente. Ante todo Dios quiere que no perdamos la paz interior. “Hermanos: ¡Que nada los angustie sino que en toda ocasión eleven a Dios sus peticiones y súplicas! ¡Que la paz de Dios en su interior esté por encima de todas sus preocupaciones para que su corazón y sentimiento pertenezcan siempre a Cristo Jesús. Además, hermanos aprecien la verdad, la nobleza, la equidad siempre, la amabilidad y buen trato, las virtudes y valores humanos siempre y en todo! Practiquen, lo que aprendieron, lo que recibieron, lo que escucharon y vieron en mí. Y el Dios de la paz estará con ustedes” (segunda lectura). Vale la pena escuchar, leer más a Pablo para mantener la paz interior y tener un buen ejemplo de sensatez en medio de las dificultades.