DOMINGO 29 ORDINARIO CICLO A
¿CIUDADANOS DEL MUNDO O DEL REINO
DE LOS CIELOS?
Desde todos los tiempos, ha habido
una lucha entre el hombre que se siente dueño del mundo y quiere enseñorearse,
olvidándose de que sus días están contados y de que hay alguien que ama y busca
la paz, la convivencia humana y la salvación de todos los hombre, el Señor
nuestro Dios. Precisamente en esta ocasión los fariseos, en contubernio
con los herodianos, se acercaron a Jesús zalameramente, con halagos a más no
poder, buscando no una solución para los problemas que afectaban a su
comunidad, sino un pretexto para comprometer a Jesús y quitarlo de en medio,
porque les era molesto. La cuestión está en que la nación de Israel, sin ser
propiamente esclava de los romanos, porque tenían cierta movilidad, sin
embargo, era imprescindible para ellos el pago de impuestos a Roma, lo que
encendía el espíritu nacionalista y los deseos de librarse de aquella carga que
para ellos era insoportable. Así planteaban a Jesús una pregunta insidiosa,
pues querían que él declarara públicamente su situación ante el poder de los
romanos. Y según ellos la respuesta vendría en una doble línea, pues
podría decir no ante el poder romano y se haría su enemigo de ellos, poniendo
en peligro la estabilidad de la nación, o podría decir sí y se
convertiría en ese mismo momento en enemigo del pueblo hebreo. Así llegaron
escuetamente con la pregunta: “¿es lícito pagar el impuesto al Cesar?”. Cristo
contesta indignado: “Hipócritas, porque me vienen con esa pregunta?” y a continuación les pidió que le enseñaran la moneda con
la que pagaban sus impuestos, y a ellos mismos les pidió que le dijeran; “¿de
quién son esta imagen y esta inscripción?” y cuando le respondieron que del
Cesar, vino la respuesta que los dejó sin palabra: “Pues den al Cesar lo que es
del Cesar y a Dios lo que es de Dios”.
Esta frase la conocen muy pero muy
binen los políticos y la usan a menudo, sobre todo cuando tienen que cobrar los
impuestos a la población, pero ignoran voluntariamente la segunda parte por
considerarla deleznable y que por lo tanto no merece ser tenida en
consideración.
Con esto Cristo puso las cosas en
claro, más para el cristiano actual, también se obliga ya una respuesta y
un posicionamiento ante las obligaciones ante el Estado y su compromiso con el
plan de salvación de Dios. Aquí tendrá que plantearse una pregunta: “¿obediencia
y colaboración con el Estado o resistencia y libertad?”. Entendemos que el
cristiano está llamado a una nueva vida, la paz y la estancia en la casa del
Buen Padre Dios, pero mientras está en este mundo, es ciudadano plenamente de
este siglo, de este Estado y de esta obligación de ver por los intereses de la
comunidad en la que se desarrolla, lo cual quiere decir que deberá tener
una actitud crítica porque por un lado no puede considerar al Estado como un
ser absoluto como se creía antes de que nos fuera revelado el Reino de
Dios. Esto quiere decir también que el verdadero cristiano no puede
sentirse ajeno a las situaciones que aquejan a nuestro mundo, y que estará
obligado a dar su aportación para que la realidad que vivimos, se haga más
acorde con el plan de Dios, teniendo como primer objetivo el servicio al
hombre, su primer destinatario.
Esto quiere decir que el cristiano
debe mostrar verdadera resistencia cuando el Estado quiere volverse dueño
absoluto y se planta cara a Dios impidiendo que el hombre le
dé a Dios lo que a él verdaderamente le corresponde. Muchas persecuciones en el
mundo han tenido precisamente este origen. En México podemos recordar la guerra
cristera que causó muchas vidas y que por malos manejos y tratos debajo de la
mesa, dejó a los cristianos en una situación peor que la que teníamos antes.
Si verdaderamente comprendemos lo
que la fe nos exige, tendremos que darnos cuenta que no podemos luchas solos,
pues formamos una comunidad, y deberemos tener un ojo crítico para ver con
quién me asocio, en qué partido me asocio para ver por los intereses de mi
pueblo y por los intereses de mi Dios y de mi Cristo. Recordemos que en nuestra
patria tenemos planteados problemas muy serios como la defensa de la vida, la
tremenda y despiadada violencia y la corrupción de la que casi nadie se escapa.
Pero tenemos que recordar que no estamos solos, Cristo prometió su asistencia
constante, “yo estaré como ustedes todos los días…” y nos ha dejado su
Eucaristía, su alimento y tenemos el teléfono directo o el mejor celular para
comunicarnos con el Señor, la oración, el dialogo con el Creador, e
indudablemente la presencia del Espíritu Santo entre nosotros.
Su amigo el P. Alberto Ramírez Mozqueda suplica su comentario para mejorar mi servicio
semanal a la comunidad de creyentes. Estoy en alberamozq@gmail.com