HOMILÍA
DOMINGO FIESTA DE TODOS LOS SANTOS CICLO A
P.
Emilio Betancur
SANTOS,
TRANSFORMADOS Y PANDEMIA.
La fiesta de los todos
los santos como la conmemoración de difuntos mañana; en medio de la Pandemia
busca interpretar desde la palabra de Dios lo que nos está pasando, lo que no
está pasando y como puede no seguirnos pasando. El Apocalipsis esta enraizado
en el sufrimiento de la historia que los creyentes padecen y al mismo tiempo
producimos por nuestra condición de inhumanos. ¡Ahora el daño lo hizo un virus
sin pecado y produjo una pandemia sin discernimiento! para que nosotros los
humanos, y particularmente los creyentes tomáramos encuentra de nuestra
irresponsabilidad con la vida en todos sus aspectos.
La palabra de hoy y
mañana, fiesta de los santos en tierra y conmemoración difuntos en el cielo son
un manual de vuelo a corto y largo plazo sobre una zona devastada por la
cultura de la muerte, para saber posarnos de nuevo en el árbol de la vida y en
la ciudad santa Jerusalén del cielo, por ser construida por Dios para
“nosotros”.
La primera lectura de la
fiesta de todos los santos que luchan por defender la vida propia y la de
quienes las han tratado como prójimos, bien sea en la fe que desde las ciencias
de la salud, el libro del Apocalipsis los identifica a todos como “creyentes”,
y el Papa francisco como un “Nosotros”; para tener en cuenta a las familias y a
los que en su corazón tienen el primer
don de Dios que es la compasión que nos hace humanos. (Fiesta de todos los
santos). El Apocalipsis, al mismo tiempo da testimonio creíble de los
resucitados transformados que ya están en el cielo, (conmemoración de los
fieles difuntos). El Apocalipsis está escrito con la sangre de esa época (año
95) como profecía a las víctimas de hoy. Su lectura merece hacerse no a la
ligera sino con mucho respeto por tratarse de la explicación de lo que nos está
pasando con respeto por lo que diga la ciencia y la tecnología; porque queremos
escuchar que quiere Dios de nosotros en esta situación de pandemia. Al mismo tiempo
nos encontraremos que el Apocalipsis es el libro de la consolación universal,
sueña que podemos hacer una nueva Jerusalén, una nueva sociedad; frente a la
Babilonia que habíamos construido antes del coronavirus; y ahora nos lamentamos
con una bella retórica de llanto por la incertidumbre que vendrá. “Después vi
una multitud enorme, que nadie podía contar, de toda nación, raza, pueblo y
lengua; estaban delante del trono y del Cordero, vestidos con túnicas blancas y
con palmas en la mano. Gritaban con voz potente: “La victoria es de nuestro
Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero”. “Uno de los ancianos se
dirigió a mí y me preguntó: Los que llevan vestiduras blancas, ¿quiénes son y
de dónde vienen? Contesté: Tú lo sabes, señor. Me dijo: Éstos son los que han
salido de la gran tribulación, han lavado y blanqueado sus vestiduras en la
sangre del Cordero”. (Primera lectura. Fiesta de todos los santos) Eran
creyentes que en la pandemia estuvieron convencidos de lo que creían, la
felicidad de las bienaventuranzas. “Dichosos los que tienen Espíritu de pobres,
los que sufren, los humildes los que tienen hambre y sed de justicia, los
misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los
perseguidos por practicar justicia, los que persigan por mi nombre; tendrán una
gran recompensa en el cielo (evangelio. Fiesta de todos los santos) “Ya somos
hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que cuando
se manifieste seremos semejantes a Él y lo veremos tal cual es” (Segunda
lectura, Fiesta de todos los santos) sea cual sea su forma de verlos, el
creyente no debe morir. Ahora viven como el resucitado vive; y a esa manera de
vivir la llamamos cielo. ¿Y qué están haciendo después de muertos? Lo que no
alcanzaron a hacer cuando estaban vivos, quizá ponernos más cuidado para que
seamos más humanos y menos egoístas. Entonces estamos en comunión con ellos y
los necesitamos desde el cielo. Cuando uno quiere ser más humano y sabe que en
cielo están quienes más queremos y fueron humanos con nosotros, nos nace como
don del Resucitado una gran esperanza del cielo, “Donde está tu tesoro allí
estará tu corazón”
¿DÓNDE
ESTÁN NUESTROS MUERTOS?
“Las almas de los justos
están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento. Los insensatos
pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una
desgracia y su salida de entre nosotros, una completa destrucción. Pero los
justos están en paz. La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo,
pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad. Después de breves
sufrimientos recibirá una abundante recompensa, pues Dios los puso a prueba y
los halló dignos de sí. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un
holocausto agradable. Los que confían en el Señor comprenderán la verdad y los
que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus elegidos
y cuida de ellos”. (primera lectura conmemoraciones de
los difuntos).
“Esta es la morada de
Dios entre nosotros, la ciudad santa la nueva Jerusalén, la comunidad, donde
estará Dios en persona secará toda lágrima de sus ojos; y ya no habrá muerte ni
luto, ni llanto, ni fatiga, porque lo de antes, la pandemia ya pasó” (Segunda
lectura conmemoración de difuntos).
Cuando morimos no nos
vamos para ninguna parte, seguimos en el Resucitado, y estaremos donde está Él,
lo que llamamos Cielo.
La historia no rescata
muertos, ni el hombre se salva así mismo. La salvación del hombre y de la
historia es la resurrección de Jesús. “Era alrededor del medio día; el sol dejó
de brillar y se estremeció toda la tierra hasta las tres de la tarde. El velo
del templo se rasgó de por medio. Y Jesús con voz potente dijo: “Padre en tus
manos encomiendo mi Espíritu”. Dicho esto, expiró” (Evangelio, conmemoración de
los difuntos)
PREGUNTÉMONOS.
¿Para qué entonces un
deseo absoluto, exclusivo e inmerecido por la vida? ¿Para qué reprimir,
enmascarar, silenciar o maquillar la muerte sobre lo que se considera de mal
gusto hablar? ¿Para qué abordar la muerte no solo en su relación con la vida y
no como un pórtico de la vida eterna? ¿Por qué pensar equivocadamente, que la
muerte es un combate que se pierde cuando la ciencia termina? Es más razonable
y creíble decir que NOS INTERESA LA MUERTE POR LA RESURRECCIÓN DE LA VIDA EN JESUCRISTO
RESUCITADO. No hay nada que temer de la pandemia porque la muerte ya es un
problema resuelto por Dios y verificado para nosotros en la muerte y
resurrección de Jesús. “Si no hay resurrección de muertos tampoco Cristo ha
resucitado; y si Cristo no ha resucitado, es inútil nuestra proclamación y es
vana nuestra fe” (1 Cor 15,13,14).