TIEMPO
ORDINARIO – DOMINGO XXXIII A
(15-noviembre-2020)
Jorge Humberto Peláez S.J.
Administradores
responsables de la vida que nos ha sido prestada
ü Lecturas:
o Libro
de los Proverbios 31, 10-13. 19-20. 30-31
o I
Carta de san Pablo a los Tesalonicenses 5, 1-6
o Mateo
25, 14-30
ü Estamos
en la mitad del mes de noviembre. Como sucede cada año, las vitrinas de los
almacenes están decoradas con los árboles de Navidad, las luces de colores y la
figura bonachona de Papá Noel. Aunque todo parece igual, todo es diferente. La
Novena de Navidad, que era ocasión para encontrarnos con los familiares y
amigos, tendrá que celebrarse en la intimidad del núcleo familiar. Si bajamos
la guardia, el coronavirus pasará su implacable cuenta de cobro.
ü Pero
la vida no se puede detener. Celebremos, entonces, con fe y esperanza, este
domingo 33 del Tiempo Ordinario. Sus lecturas nos invitan a reflexionar sobre
temas de gran actualidad, como son el reconocimiento
del aporte de la mujer para la marcha de la sociedad, y la rendición de cuentas sobre las cualidades
y aptitudes que hemos recibido en préstamo.
ü Empecemos
nuestra meditación dominical con el texto del libro de los Proverbios. Este
libro es el más típico de la literatura sapiencial de Israel. Aunque alcanzó su
forma definitiva en el siglo V A.C., recoge reflexiones que se remontan a los
tiempos del rey Salomón. Contiene una teología práctica en la que Dios premia
la verdad, la caridad, la pureza de corazón y la humildad, y castiga los vicios
opuestos. Es muy valiosa la presentación que hace de la sabiduría y del papel fundamental
que tiene como moderadora del actuar humano.
ü En
el texto que nos propone la liturgia de este domingo, es notable el elogio que
hace de la mujer. Recordemos que se trata de una cultura patriarcal. “La mujer
ejemplar, ¿dónde encontrarla? Su valor es superior al de las perlas. En ella
confía su marido, con ella se ve recompensado, pues le trae felicidad, y no
desgracia, todos los días de su vida”.
ü Obviamente,
esta valoración de la mujer es muy limitada, pues solo le reconoce un radio de
acción dentro de los muros del hogar. En la sociedad de entonces, la mujer estaba
ausente de la vida social y política. Pero no olvidemos que estas palabras
fueron escritas hace más de 2.500 años. En la actualidad, las cosas son muy
diferentes. Acaba de alcanzar la Vicepresidencia de los Estados Unidos una mujer
formidable. En el mundo actual, no puede haber límites para la presencia de la
mujer.
ü Durante
estos meses de coronavirus, ha sido evidente que las mujeres han llevado la
peor parte en cuanto al aumento en las horas de trabajo. También son más altos
los índices de desempleo femenino. Como consecuencia de esta realidad, se ha abierto
un debate muy interesante sobre el reconocimiento, no solo social sino también
económico, que merecen todas aquellas personas que prestan sus servicios como
“cuidadores” de otros (niños, ancianos, personas con discapacidad, etc.) Hasta
ahora, este servicio ha sido prestado mayoritariamente por las mujeres y,
muchas veces, de manera gratuita. Se trata de una injusticia histórica que hay
que corregir.
ü Pasemos
ahora a la parábola de Jesús sobre el propietario que, antes de emprender un
largo viaje, confió la administración de sus bienes a tres empleados de
confianza: a uno le entregó 500 libras de plata, a otro le confió 200 libras, y
al tercero le dio 100 libras. Cuando regresó de su viaje, los llamó a rendir
cuentas.
ü Como
todas las parábolas de Jesús, el texto es muy sencillo en su redacción y contiene
mensajes muy hondos. Cuando leemos detenidamente el relato, se destacan dos
temas: La administración cuidadosa
de unos bienes que son ajenos, y la
rendición de cuentas.
ü Es
muy importante entender que todo lo que tenemos, empezando por la vida, no nos pertenece.
Lo hemos recibido en préstamo. Por lo tanto, no podemos actuar como propietarios
autónomos sino como administradores responsables.
ü Cuando
miramos a nuestro alrededor, nos quedamos sorprendidos ante la infinita
variedad de los seres humanos. Variedad que no solo se expresa en la diversidad
física y cultural, sino también en cuanto a las capacidades y aptitudes. Esta
diversidad la expresa simbólicamente la parábola cuando habla de 500 libras,
200 libras y 100 libras de plata.
ü Los
seres humanos recibimos, como cuota inicial de nuestra existencia, un capital de
cualidades, aptitudes y posibilidades. Capital que debe ser invertido y que debe
generar unos rendimientos. La educación formal e informal es el gran motor que
permite que todo ese potencial se desarrolle.
ü Los
padres de familia y los maestros tienen una gran responsabilidad en ese
proceso. Deben acompañar a los niños y a los jóvenes en el descubrimiento
gradual de sus carismas y vocación. Las palabras de estímulo y de reconocimiento
son esenciales. Por el contrario, expresiones tales como “usted es un inútil
que no sirve para nada” hieren de muerte la auto-estima y generan una
inseguridad que los acompañará a lo largo de la vida.
ü Todo
el potencial que hemos recibido es para cumplir la misión que nos ha sido asignada.
Y como no somos propietarios sino administradores, debemos rendir cuentas: ante
el tribunal de la conciencia, nuestra familia, la sociedad y ante Dios.
ü Lamentablemente,
hemos conocido personas que malgastaron sus vidas, frustradas, con las manos vacías.
Unas existencias carentes de sentido, que nunca entendieron que la felicidad se
encuentra saliendo de nuestro pequeño mundo para el encuentro con los demás.