DOMINGO
XXXIII TIEMPO ORDINARIO CICLO A
P.
Emilio Betancur
PANDEMIA SABIDURÍA Y TALENTOS
Toda
revelación de Dios al corazón humano es para hacerlo feliz; tener Sabiduría
para saber poner los talentos que Dios nos da al servicio de los demás y los
del prójimo a servicio nuestro, los llama Pablo CARISMAS para identificarlos
como dones de Dios y a nosotros administradores sabios de los dones de Dios.
Lo que hace
Dios en el libro de los proverbios (31,10-31 primera lectura de hoy) es mostrar
en la ternura de una mujer varios niveles de su sabiduría su habilidad mental y
manual, su sentido común y respetuoso en relación con su esposo y su familia,
le suma también su sabiduría ética y los valores y criterios de vida para un
buen comportamiento; todo tiene su raíz en su corazón de mujer en donde todos
podemos ser sabios por la administración de los talentos: “Recibe al pobre con
los brazos abiertos, tiende la mano al desvalido. La hermosura es apariencia,
la belleza es ilusión, pero la mujer, o el varón sabio merecen elogios.
Reconozcámosles pues lo que ganaron sus manos, y sus obras divulguen su fama.
Son la personificación de la sabiduría que comparten sus talentos”.
Lo primero es
agradecer los dones, carismas, al Señor para mantener la certidumbre que son de
Dios más que logros de familia o particulares, o esfuerzos nuestros. Luego,
cultivarlos, educarlos, profundizarlos y contemplarlos en gratuidad. Así
obraron los dos primeros servidores encargados de los bienes el Señor. No nos
fueron dados por Dios solo para atesorarlos, esconder bajo tierra, por
cualquier motivo egoísta o disculpa de seguridad: “Señor tuve miedo de ti, por
eso escondí la plata bajo tierra (evangelio). Alguien dice del hombre que
escondió un talento; es como una nota en el piano, su falla puede significar un
problema musical; así como una mala nota puede causar un gran daño en lo
tecleado.
El evangelio
es la suma de talentos inestimables que el señor nos ha confiado gratuitamente.
Para cualificar nuestra vida y hacerla feliz por nuestra relación, con los
demás. El camino más seguro de cultivar y mantener talentos es ponerlos al
servicio de los demás. Sobre todo, a los más pobres, para no perder la
dirección por ser solo a gusto nuestro. Todo talento que se comparte es talento
que se multiplica. Los talentos son diferentes pero únicos e irremplazables
delante de Dios. Cuando compartamos los dones de Dios que son sus talentos no
tendrá que decirnos sino elogiarnos por haber sido fieles en las cosas pequeñas
e invitarnos a gozo que Él tiene para que también nosotros seamos felices; y
nos prometerá lo mismo que a los dos primeros siervos: “Mayores
responsabilidades. “Bien hecho” es suficiente para la vida de un creyente”
¡CUANTO TIEMPO TENEMOS PARA COMPARTIR NUESTROS
TALENTOS!
Pablo nos
dice por medio de su primera carta a los Tesalonicenses: Hermanos, acerca de la
fecha y de los plazos para la venida del Señor, no necesitan que les escriba.
Ustedes no viven en tinieblas porque todos son hijos de la luz y caminan en
pleno día, no somos hijos de la noche ni de las tinieblas; por consiguiente, no
nos entreguemos al sueño sino permanezcamos en vela y en nuestro juicio (segunda
lectura), compartiendo nuestros talentos. Este evangelio tiene mucho futuro
porque habla de un patrimonio en talentos que debe saberse aprovechar e
invertir desde ahora en el presente para que tengamos un mejor futuro. La
pandemia requiere compartir talentos, sabiduría, para que el futuro sea
distinto al desastre egoísta que vivimos hoy.