“Los talentos de cada uno refieren a responsabilidades concretas  recibidas, para la edificación del cuerpo de Cristo que es la Iglesia.

Estamos terminando ya el año litúrgico y los textos bíblicos nos aleccionan acerca de los últimos acontecimientos de la vida Precisamente el apóstol san Pablo (I Tes. 5, 1-6),  se explaya hoy en el texto proclamado, sobre la venida del Señor por segunda vez ya sea a cada uno a través de la muerte o su  Venida  al final de los tiempos.

El apóstol San Pablo reconoce que los cristianos de esa comunidad de Tesalónica, son hijos de la luz, que han dejado las tinieblas, por eso les exhorta a no estar preguntándose cuando vendrá el Señor, sino más bien disponerse a recibirlo con una vigilante espera. Es decir, han de obrar los hombres cada día de su vida siguiendo la voluntad de Dios, pero puesta su mirada  esperando  con gozo la venida del Señor;  de la que no sabemos ni el día ni la hora, como recordábamos en el texto del Evangelio del domingo pasado.

Desde el momento que Cristo muere, resucita y vuelve al Padre, hasta la Segunda Venida del Señor, celebramos el tiempo de la Iglesia; en el que estamos insertos  nosotros en el presente.

El texto del Evangelio refiere a esta etapa hablando de este señor que se va de viaje por largo tiempo, distribuye sus dones para que sean multiplicados y regresa al final a pedir cuentas a cada administrador.

El regreso marca la última Venida, pero también puede ser ubicado en el momento en que cada uno muere y se encuentra con el justo juez.

En ese período de la vuelta de Jesús al Padre hasta su Segunda Venida, el ser humano, el creyente, es adornado por numerosos dones de parte de Dios, que acá en el texto del Evangelio aparece con el término de talento, que en la antigüedad es una medida de peso, que de acuerdo al país al cual se refería equivalía a cantidades distintas de peso. También significa una gran cantidad de dinero que se entrega, como aparece en el contexto del evangelio,  para que produzca abundantes  dividendos.

Estos talentos de los cuales habla el Evangelio son dones que Dios da a cada uno, según su capacidad, declara el texto bíblico.  Según su capacidad, porque  existen habilidades o capacidades innatas en cada persona con las que Dios ha querido adornarlas, de modo  que  Dios no reclamará a nadie más que lo que cada uno debe hacer fructificar.

En el caso nuestro, por el hecho de ser bautizados, por haber recibido el don de la fe, los sacramentos,  las oportunidades diversas para estar cerca del Señor, por el don  de la Gracia, el hecho de ser perdonados tantas veces de nuestros pecados y que se nos haya  llamado de nuevo porque el Señor quiere sentirse necesitado de nosotros por libre voluntad, para que trabajemos en la Iglesia sin interrupción alguna.

En fin, los talentos se van a convertir en responsabilidades concretas que  Dios otorga a cada uno, siempre para la edificación del cuerpo de Cristo que es la Iglesia, de tal manera que ningún miembro de la Iglesia es inútil. La única excepción,  como dice el texto del Evangelio, será el que esconde lo que ha recibido,  o que por temor a equivocarse no hace nada para que fructifique lo recibido y  que cuando el Señor le pida cuentas, al observar que nada hizo le dirá: “aléjate de mí siervo inútil, no has hecho nada para hacer fructificar lo que has recibido”.

A su vez, quienes hayan sido fieles y haciendo fructificar los dones recibidos  recibirán el premio,  y se les dará más todavía.

El libro de los Proverbios (31,10-13.19-20.30-31) presenta un ejemplo claro de fidelidad al don recibido por medio de esta mujer modélica, fiel en la vida a la vocación acogida de esposa y de madre. Algunos interpretan que se trata de la imagen de mujer universal y perfecta; otros a la mujer israelita; otros que personifica a la sabiduría, es decir, al realmente sabio, aquel que como Cristo que es justamente la sabiduría de Dios encarnada, pasa por este mundo haciendo el bien, cumpliendo a fondo con lo que se le ha encomendado. Esta mujer, o sea la mujer sabia, o la persona llena de sabiduría en definitiva, es elogiada por su fidelidad, por buscar la voluntad de Dios en cada momento de su vida teniendo presente las realidades cotidianas pero en clave de eternidad sabiendo que todo lo que se puede hacer aquí de bien repercute, fructifica en el encuentro definitivo con el Señor y en la participación de su misma vida.

Por eso es importante ir descubriendo qué es lo que  pide el Señor a cada uno de nosotros. Sería lamentable que hayamos ocultado nuestros talentos, las cualidades especiales recibidas,  y que por miedo a fracasar o a no saber qué hacer no hagamos absolutamente nada, porque indudablemente esto repercute no solamente en nuestra vida personal,  sino también en el bien a los demás que hemos dejado de hacer. Entonces mientras caminamos por este mundo hacia la segunda venida del Señor, hacia el encuentro con el Señor, que puede ser también primeramente en la muerte, busquemos ser fieles a lo que hemos recibido y hagamos  producir más todos esos dones recibidos de parte de la generosidad del Señor. Él nos va a acompañar siempre para que podamos rendir al máximo, no nos detengamos entonces, busquemos siempre esta fidelidad y esta vigilante espera para el encuentro gozoso con el Señor siempre haciendo el bien a nuestros hermanos.

Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XXXIII del tiempo ordinario, ciclo “A” 15 de noviembre de 2020. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com