PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO CIClO B
Padre Pedrojosé Ynaraja Díaz
TEXTOS
Is 63 ss
Tú, Señor, eres nuestro padre, tu
nombre de siempre es «nuestro redentor».
Señor, ¿por
qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que
no te
tema?
Vuélvete por amor a tus siervos y a
las tribus de tu heredad.
¡Ojalá rasgases el cielo y bajases,
derritiendo los montes con tu presencia!
Bajaste y los montes se derritieron
con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un
Dios, fuera de ti, que hiciera
tanto por el que espera en él.
Sales al encuentro del que practica
la justicia y se acuerda de tus caminos.
Estabas airado y nosotros
fracasamos: aparta nuestras culpas y seremos salvos.
Todos éramos impuros, nuestra
justicia era un paño manchado; todos nos
marchitábamos como
follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento.
Nadie invocaba tu nombre ni se
esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu
rostro y nos
entregabas al poder de nuestra culpa.
Y, sin embargo, Señor, tú eres
nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero:
somos todos
obra de tu mano.
No te excedas en la ira, Señor, no
recuerdes siempre nuestra culpa: mira que somos tu pueblo.
1 Cor 1
3-9
Hermanos: La gracia y la paz de
parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros.
En mi Acción de Gracias a Dios os
tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús.
Pues por él habéis sido
enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha
probado el testimonio de Cristo.
De hecho, no carecéis de ningún
don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
El os
mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el
tribunal de Jesucristo Señor Nuestro.
Dios os llamó a participar en la
vida de su Hijo, Jesucristo Señor Nuestro. ¡Y El es
fiel!
Mc 13, 33 ss
En aquel tiempo dijo Jesús a sus
discípulos:
—Mirad, vigilad: pues no sabéis
cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue
de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando
al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis
cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto
del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre
dormidos.
Lo que os digo a vosotros, lo digo
a todos: ¡velad!
COMENTARIO
En la misma epístola que la
liturgia ha escogido para hoy, pero en el cap. 9 v 24 ss,
San Pablo dice a los corintios: “¿No sabéis que en las carreras del estadio
todos corren, mas uno solo recibe el premio? ¡Corred
de manera que lo consigáis! Los atletas se privan de todo; y eso ¡por una
corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible. Así pues, yo
corro, no como a la ventura; y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el
vacío, sino que golpeo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo
proclamado a los demás, resulte yo mismo descalificado”.
Cito este texto porque hoy
litúrgicamente arranca un nuevo ciclo, el que llamamos B y durante el cual se
irá proclamando el evangelio de Marcos. Hoy es inicio, como otro día puede ser
del curso escolar, del judicial o el más del oficial cronológico, debemos
tenerlo en cuenta, pese a que las circunstancias de pandemia lo acallen. Pero
debemos decirnos y decidir, ¡año nuevo, vida nueva!
San Pablo define la vida de un fiel
cristiano como una prueba atlética en el estadio de la vida. Así pues, si
estamos a punto de iniciar la prueba, es preciso que de alguna manera
conozcamos el trayecto y sepamos algo de su final.
Tanto en campeonatos por terrenos
libres, de recorridos de alguna manera señalados, como en pistas estrictamente
acotadas, dicho de otra manera, quien piensa participar en la Dakar, quien se
prepara para competir en un autódromo o correr en un rally, estudia el terreno,
la calidad del pavimento, las características y dificultades del recorrido y cual será la meta, de otra manera, más que participar, con
seguridad se extraviaría, o pasaría de largo y en fin, de una u otra manera
quedaría desclasificado.
He visto entrenarse para
campeonatos de motocrós o de enduro. Especialmente en el segundo caso, uno
piensa que al piloto que conduzca, le será imposible franquear tales
obstáculos, sin lesionarse, ni destrozar la motocicleta, pero aun así, no
abandona tal práctica
A muchos lectores les advierto:
olvidaos de los ejemplos que yo he puesto e imaginad otros propios, tal vez el
esquí o el senderista de alta montaña.
La pandemia no sabemos cuanto tiempo durará. Seguramente se extinguirá un día u
otro, tarde o pronto. Probablemente otra semejante aparecerá en el futuro.
Pese a las dificultades que
implican la fidelidad al Evangelio, es necesario continuar el esfuerzo. Tengo
muy presente el ejemplo de Joan Roig, beatificado recientemente. Ser cristiano,
alimentarse de la Eucaristía y compartirla con otros, en aquellos tiempos de
persecución, era más peligroso que asistir a la celebración de la misa,
protegiéndose de los coronavirus correspondientes, excusa que tantos aducen
para no asistir a la eucaristía dominical.
¡cuantos
miles, jóvenes y viejos, fueron capaces en aquellos años de persecución, de
atreverse a ello!.
Ya os decía que junto al Sagrario, celebrando misa o rezando por vosotros y por
todos, incluyo mentalmente en el texto del Padrenuestro: haga yo hoy tu
voluntad… debo pedir ayuda, lo sé, para ser capaz de serle fiel.
La meditación es el ejercicio de la
mente. Entreno para pruebas que supondrán esfuerzos de la voluntad. Quien
quiera tener fuerza de voluntad debe acudir al gimnasio espiritual que es el
silencio y la soledad en cualquier rincón.
La oración es el alimento
equilibrado del propio espíritu. Es importante tenerlo en cuenta, hoy que tanto
se habla de dietética saludable y se elogia el llamado menú mediterráneo.
Y no se olvide que la Eucaristía es
tan necesaria para el fiel, como el agua para el caminante y la fruta y la
fibra, para mantener la vida de cualquier persona que la quiera conservar.
Y encerrado, confinado se llama
hoy, puede uno continuar ayudando, desde dar limosna, hasta consolar por
teléfono con amabilidad y sin prisas, nada de escuetos whatsApp,
o estudiar para crecer en conocimientos útiles y descubrir el plan que Dios nos
tiene preparado para cada uno.
El comentario que os he ofrecido,
espero que complementen, u os ayuden, para asimilar las dos primeras lecturas.
El contenido del texto evangélico
me parece que no precisa comentarios. Advierto solo que, pese a que los
coronavirus nos agobien y obsesionen y no porque uno esté libre por haber
sufrido la infección y haber triunfado del contagio, carezca de otros peligros,
enfermedades o accidentes.
No lo olvidéis, recordad la
advertencia con que acaba el evangelio de hoy: Lo que os digo a
vosotros, lo digo a todos: ¡velad!
En estos tiempos uno debe aceptar
limitaciones y comprender impedimentos, pero que cada uno revise con exigencia
su estado de ánimo y comportamiento, examen de conciencia lo llamamos en
cristiano idioma, nadie debe abandonarse a la mediocridad que hoy tanto impera.
Pese a que nuestro vehículo pueda
estar estacionado, no por ello olvidamos las luces encendidas, la presión
de los neumáticos baja o el seguro obligatorio sin abonar.
La salvación eterna importa
mucho más que el buen estado del coche y la de los demás también.