Domingo
II de Adviento-B
Valores
Padre
Pedrojosé Ynaraja Díaz
TEXTOS
Is 11, 1
ss Aquel día, brotará un renuevo
del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el
espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y
valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del
Señor. No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los
pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la
vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón
de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas.
Habitará el lobo con el cordero, la
pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un
muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se
tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del
áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán
daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia
del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá
como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su
morada.
Rom 15, 4
ss Hermanos: Todas las antiguas
Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra
paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza. Que
Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre
vosotros, según Jesucristo, para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y
Padre de nuestro Señor Jesucristo. En una palabra, acogeos mutuamente, como
Cristo os acogió para gloria de Dios. Quiero decir con esto que Cristo se hizo
servidor de los judíos para probar la fidelidad de Dios, cumpliendo las
promesas hechas a los patriarcas; y, por otra parte, acoge a los gentiles para
que alaben a Dios por su misericordia. Así, dice la Escritura: «Te alabaré en
medio de los gentiles y cantaré a tu nombre»
Mt 3, 1 ss
Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea,
predicando: -«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.» Éste es el
que anunció el profeta Isaías, diciendo: «Una voz grita en el desierto:
"Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos." Juan llevaba un
vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba
de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de
Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el
Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les
dijo: -« ¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo
inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones,
pensando: "Abraham es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz
de sacar hijos de Abraham de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los
árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os
bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede
más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu
Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su
trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.»
COMENTARIO
Es muy propio de hoy en día
utilizar la palabra valores. Advierto que entender su significado y límites, es
difícil precisarlo.
Con frecuencia encuentra uno este
vocablo en los medios, cuando tratan de definir las características de la
actual juventud. Tanto señalando los que le son propios, como advirtiendo los
que le faltan.
Otro orden es en el de la
enseñanza. Existe en ciertos programas la asignatura llamada de valores. En
verdad, ni sé siquiera que sea correcto llamar asignatura, ni, evidentemente,
cual puede ser su contenido.
Y es bastante general esta
ambigüedad.
Aterrizo. En primer lugar, cada uno
debe tener unos criterios aceptados libremente y ser fiel a ellos. Es decir,
sentirse responsable. En segundo lugar es preciso dotarse mentalmente de una
estructurada escala de valores. Es decir que unos son más importantes que
otros, pero que hay algunos, que por ser fundamentales y superiores, deben
respetarse siempre.
Hemos escogido los valores
cristianos, que son comunes muchos de ellos con los de los judíos. Jesús, lo
afirmó explícitamente, no vino a suprimir, sino a perfeccionar.
Y si hemos escogido y nos sentimos
implicados es porque creemos que siendo fieles a estos valores, obramos
justamente y viviremos gozando de felicidad, sabiendo que por lo menos, seremos
capaces de saborear un poco de ella. Aceptando también nuestras limitaciones y
la posibilidad o probabilidad de fallar en determinados momentos, a causa
de la flaqueza humana. Nadie es perfecto, pero todos debemos aspirar a serlo
Cambio de tercio.
Llamamos a este tiempo litúrgico,
tiempo de Adviento, es decir de preparación. La primera labor será de limpieza
interior, analizando con detenimiento cuales y donde están los trastornos.
Lo primero que constatamos hoy en
día es la falta de Esperanza. Nuestro mundo sufre esta pandemia espiritual.
Esperanza no es lo mismo que
optimismo. El optimismo es una cualidad innata que algunos poseen y otros
no.
Uno puede tener tendencia al
pesimismo, a la desconfianza, a desanimarse fácilmente, como puede ser bajito o
sordo.
La Esperanza es una virtud, un don
de Dios. Gratuito sí, pero que precisa un ámbito interior, donde permita que
germine y crezca.
Será bueno recordar que en este
suelo se precisa exista la oración, el ayuno y la limosna.
La primera lectura, el fragmento
del profeta Isaías, es un anuncio de la bondad, el bien y la paz que le llegará
a la humanidad, en un futuro. La descripción puede parecernos la de un circo o
un parque zoológico. El profeta se dirige a un pueblo de origen beduino que ha
escogido, o se ha visto obligado a elegir, una vida sedentaria, en paisajes
todavía no ahogados por la urbanización. Que conoce las características del
suelo y los animales que la habitan, con sus comportamientos malignos unos,
bondadosos otros.
Es un pasaje muy apropiado para
entenderlo con la mentalidad, imaginación y fantasía del pueblo judío, que lo
lee con la firme expectación de la llegada del Mesías.
Si somos capaces de efectuar una
trasposición mental, y traducir las imágenes bucólicas a nuestras
realidades de hoy, interpretaremos las imágenes como promesa mesiánica,
salvadora, que llenará nuestro ánimo de Esperanza.
Si las promesas a los Patriarcas parecían
que iban dirigidas exclusivamente a Israel, el Apóstol, en el párrafo escogido
para la segunda lectura de la misa de hoy, afirma que se cumplirán sí en el
pueblo hebreo, porque Dios es fiel, y nadie será capaz de arrebatárselas, pero
también que Jesucristo las ha extendido a todo el mundo. La inmensa riqueza de
Dios lo posibilita. Nosotros los gentiles, somos también herederos y con
grandiosa abundancia.
El texto evangélico de este domingo
nos presenta a un hombre impresionante, Juan, el llamado remojador,
que este es el significado de bautista. En aquellos tiempos fue mucho más
famoso que el mismo Jesucristo. Esta fama no le condujo a la vanagloria, es
esta la primera de sus virtudes. Juan fue es un hombre humilde y austero.
En esta última virtud me detengo un
momento.
Realidad muy propia del Tercer
Mundo es la abundancia de pobreza, mal que se debe extirpar y que debemos
colaborar para que desaparezca. Ahora bien, observamos que los de aquí y los
que de allí vienen, aspiramos y ellos también aspiran, a la abundancia, al
excesivo bienestar, al derroche y al placer, prescindiendo de si es justo o si
perjudica a otros.
Nuestro planeta no tiene excedente
ni de agua limpia que discurra por cañerías y llegue a todos los hogares, ni de
energía eléctrica que pueda transformar. Debemos ser muy conscientes y
responsables de ello.
Ejemplos de esta austeridad son el
uso exclusivo del agua necesaria para la bebida y la limpieza, cerrando de
inmediato los grifos. Apagar las luces de los ámbitos que no necesiten estar
iluminados. Controlar temperaturas únicamente en donde estamos. No desperdiciar
comidas y escoger alimentos apropiados, sin que por ello deban ser costosos.
Aprovechar envoltorios y envases que permitan varios usos, reducir vehículos
cuando viajamos muchos y podemos desplazarnos sin que sobren asientos, pese a
que sea más cómodo que cada uno vaya en su coche, etc,
etc.
La austeridad supone también
someterse a una disciplina personal de vida, sin buscar o abusar de los demás y
solicitar elegantemente ser siempre invitado y que paguen los otros, sin
acordarse de ser hospitalarios, pese a que supongan molestias y desembolsos
imprevistos.
Junan fue humilde, no se presentó
con insignias y diplomas. Supo encaminar a los mejores de los suyos al
encuentro del Señor, sin lamentar que a él le abandonaran.
Vestía ropa barata, la que llevaba
él abrigaba sí, pero no era suave, ni elegante, ni era la propia de uno de su
casta, gente distinguida socialmente, como era la clase sacerdotal. Hoy
podríamos traducirlo a vestir de rebajas o de establecimientos outlet, creo yo.
Se nos especifica su alimento: miel
silvestre y langostas (saltamontes grandes). Por aquellas tierras, muy cerca
del lugar donde Juan predicaba he visto yo los tales insectos. El beduino,
según me han contado, las recoge, las tuesta en las
brasas de sus hogueras y las sala. Dicen que es una comida que aporta
proteínas. Pero la gente rica no quiere esforzarse. Si algo necesita y puede,
va al comercio y lo compra. Algo semejante ocurre con la miel salvaje,
procedente de enjambres que han huido de su comunidad. No es fácil
encontrarlas, aunque abundasen pero defendían su miel de los intrusos. En
el Israel de entonces y de generaciones muy anteriores, existían colmenas
domésticas, de diferente forma y materiales que las nuestras de ahora. (Por
simple curiosidad lo digo. Tenían forma de diábolo y estaban hechas de barro
con paja). Es alimento sano, pero con seguridad, ni en la mesa de Herodes, ni
en las de los sacerdotes, ni en la misma de los pescadores, se servían estos
alimentos.
Se acerca la Navidad, es preciso
que nos preparemos espiritualmente.
Repito de nuevo: las enseñanzas
propias de las lecturas proclamadas hoy, reclaman humildad y austeridad. Es
preciso que con radical sinceridad nos examinemos y corrijamos.