Un judío “marginal”

 

Hoy asistimos al grito de los ‘marginados’. Son aquellos grupos humanos que de alguna manera confrontan al statu quo, las reglas y costumbres que nos han domesticado y nos han hecho serviles a sistemas y poderes de toda índole. Ya la gente va asumiendo por su cuenta y riesgo, su proyecto de vida, la reivindicación de sus derechos y, todo esto, sin miedos a retaliaciones que los distintos regímenes han inventado para imponer su ley.

Jesús de Nazaret se presenta haciendo fila ante Juan, confundido con la masa, con los pecadores, las gentes plebeyas, lo ‘marginal’ de la sociedad a la que Juan el Bautista llegó a llamar “Raza de víboras” (Lc. 3, 7b). Y allí está Jesús entre quienes quieren ‘cambiar’. Viene desde Nazaret, la Galilea de los Gentiles y se entremete con los representantes del templo, de la religión a quienes quiere dar la lección de humanidad que habían perdido.

En esta “Encarnación” total en medio de los marginados, Jesús inicia el “proyecto del Padre” que busca reivindicar lo divino desde lo más humano. Y esto más humano es precisamente quienes escuchan a Juan y van reinventando su vida en un cambio de actitud que llamamos “conversión”. ¿Conversión a qué? A lo humano, a lo más sensible del ser humano que es el extremo marginal de su existencia.

Jesús se confunde con esta nueva humanidad, lo más sencillamente humano, con lo último que queda de humanidad. Es la materia prima de su gran proyecto: Acercarnos a Dios, hacerlo visible, tangible, sensible en el rostro de Jesús que aglutina toda la humanidad la crucificada, la doliente, la experiencial en su máxima debilidad, necesidad, angustia existencial. Esta es la esencia del Evangelio que irrumpe en las aguas del Jordán entre la multitud empobrecida y necesitada de ‘conversión’.

Cochabamba 10.01.21

jesus e. osorno g. mxy

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