¿A dónde van a vivir los “sin techo”?

 

En mis dos navidades que pasé en Londres, me inscribí en el grupo de voluntariado que atendía a los “homeless” de las calles londinenses. Entre dos y tres mil gentes recogidas de las calles en salones amplísimos de alguna institución, nos iban haciendo pasar por diversos oficios cada día: Aseo de los huéspedes, lavado de baños, cocina, limpieza de los locales, organización de la infraestructura. Experiencia única y maravillosa.

La pandemia ha ido amontonando a muchas gentes en las calles. No hay para el alquiler, ni para la comida, ni para el estudio. Las fuentes de trabajo han cesado. Los sueldos disminuidos. El estrés acumulado, casi un ‘escuatro, un escinco’. Los suicidios se multiplican como solución. Dura realidad. Extrema. En Londres había ropa nueva, comida abundante, música y farra todas las noches. Pero eso duraba solo quince días.

 A los grandes Maestros se les sigue para ver dónde viven. No basta escucharlos. Su vivienda es el espejo de su palabra y de su ejemplo. Jesús denunciaba que los reyes y poderosos del mundo habitan en palacios. Y que Él no tenía donde reclinar su cabeza. Pues los dos discípulos lo siguieron. Querían ver. El Evangelio dice que Jesús ‘acampó’ entre nosotros. Puso su tienda, carpa en medio de la humanidad.

Y allí pasaron la noche. ¿Cuál sería la clase de catequesis que les impartió el Maestro? Les bastó esa noche para salir gritando a los cuatro vientos que habían encontrado al Mesías. Vieron y creyeron hasta convertir su fe en testimonio y misión. Y Ellos dos comenzaron a llamar, convocar, aglutinar nuevos visionarios, testigos de la palabra que anima en medio de las más duras realidades y fortalece nuestra convicción solidaria y fraterna.

Cochabamba 17.01.21

jesús e. osorno g. mxy

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