II Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclob

Padre Pedrojosé  Ynaraja  Díaz

 

del primer libro de Samuel (3,3b-10. 19):

En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: «Aquí estoy.»
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Respondió Elí: «No te he llamado; vuelve a acostarte.»
Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel.
Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Respondió Elí: «No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.»
Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor.
Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha."»
Samuel fue y se acostó en su sitio.
El Señor se presentó y le llamó como antes: «¡Samuel, Samuel!»
Él respondió: «Habla, que tu siervo te escucha.»
Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.

de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (6,13c-15a.17-20):

El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él. Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios. No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!

del santo evangelio según san Juan (1,35-42):

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Éste es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.
Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo: «Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús.
Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»



COMENZAR CON ESPERANZA-2ºdomingo-ordinario-B

 

Sí, con Esperanza debemos empezar este tiempo litúrgico ordinario, el de los ornamentos verdes. Con Esperanza, que no es lo mismo que optimismo.

La pandemia, quieras o no, a todos nos ha encerrado en una “prisión, que ni sé cuando es el día, ni cuando las noches son” como decía el del romance y deseando que ningún virus maligno, como el carcelero del mismo cantar, nos la mate, la Esperanza, claro está.

Pienso en el protagonista del poema, en “la avecilla que le cantaba al albor” como en el “Pequeño Príncipe” de Saint Exupery, cuando dice que en su diminuto planeta, la puesta de sol que tanto le gustaba observar, ha podido contemplarla  18 veces en un solo día.

Admiro al astronauta de la plataforma espacial al que me refería en el último envío que os hice, queridos lectores. En tan pequeño cubículo y ocupado en tan importantes investigaciones, debe ser grande su Fe, cuando es capaz de dedicar un rato a la oración y comulgar, porque es domingo y tenerlo ya previsto, al concedérsele que pudiera llevar Eucaristía para la cuatro semanas que debía permanecer en la cápsula. ¡tantos hay entre nosotros que dicen que hay que ser sinceros con uno mismo y comulgar cuando sientan desearlo, sin sentirse obligado al corsé del domingo y la semana!.

Mucha introducción y poco contenido, me temo yo. Faltándome la avecilla del verso, que son los feligreses habituales de los domingos, se me ha echado el sábado encima y ahora debo redactar con prisa. ¡y tan bonito que es el contenido de los textos de la misa de este II domingo!.

La primera lectura, un fragmento del primer libro de Samuel, es importantísima pese a que el protagonista sea un menudo ingenuo.

El paisaje marco de la narración es la población de Silo, hoy en día en territorio palestino. Visité una vez sus escasas ruinas y en otra crucé lentamente el lugar. Aquí permaneció durante 369 años el Arca de la Alianza, que en el momento del relato la custodiaba y servía el sacerdote y juez Elí. Le acompañaban sus hijos. Familia importante diríamos hoy, que podrían colgar sin duda sus miembros los respectivos diplomas. En un cuchitril dormía una criatura, un donado, le llamaríamos hoy, hijo de Ana, esposa de Elcaná, un cualquiera (os recomiendo que leáis la historia de esta mujer que inspiró, con su canto agradecido, el Magnificat de Santa María).

En el escenario, protagonista y secundarios, son importantes, la criatura no merecería ninguna admiración humana, divina sí. El parvulito arrinconado fue capaz de serle fiel a Dios y la oración que le sugirió Elí, rezarla a un ser desconocido. Y supo hacerlo. Todavía deberíamos repetirla nosotros con frecuencia: habla Señor, que tu siervo escucha. Y ser fiel al mandamiento recibido, como lo fue el infante.

El texto de San Pablo a los corintios es claro y preciso. No necesita comentarios o tal vez sí.

En primer lugar comparar el contenido y su mismo vocabulario, con los criterios que se aplican por los medios y los comentarios de muchos antropólogos, al erotismo. Que sin duda es cualidad humana, no hay que ignorarlo. Los animales carecen de ella.

Ahora bien ¿habéis oído que unos y otros se atrevan a decir: glorificad a Dios con vuestro cuerpo?.

Permitidme, queridos lectores, que acuda a mi experiencia personal.

Mis primeras noticias del ballet, seguramente fueron las imágenes cinematográficas de un “pas a deux”, con iluminación estroboscópica, del original director Norman Mc Laren, que me entusiasmaron. Me atreví un día a acudir a una sesión de ballet en el Liceo. Tal proceder en aquel tiempo era sumamente sospechoso, pero, gracias a Dios, no pasó nada. Como así fue,  asistí alguna otra vez, no muchas. Desde la butaca que ocupaba, poco podía distinguir, ahora bien, me di cuenta un día de que al observar el espectáculo, siempre había pensado en mi padre y en una hermana mía, ambos fallecidos. Fieles habían sido sus vidas y su muerte a las enseñanzas del Señor. Creía y continúo creyendo, que en la definitiva existencia, gozan del cuerpo espiritual al que se refiere el mismo apóstol   (Fl 3,20 y I Cor 15, 42-44) o al que observaron Pedro, Santiago y Juan en el momento de la Transfiguración. Desde entonces, ahora por TV y sin pretenderlo, el ballet por más que quiera dominarme, no puedo reprimir el sollozar de emoción. La danza es la más preciosa imagen simbólica que conozco de la existencia eterna. El o la artista, parece que no tengan peso alguno y que su cuerpo carezca de rigidez. Que no exista otro interés que el ser fieles a la melodía de la orquesta, sin pretender lucimiento vanidoso.

 Que lo crea quien lo entienda.

El evangelio también es admirable y en su aparente inocencia, es exigente enseñanza. Escuchan al Señor estos discípulos del Bautista, se interesan por lo que dice  y le siguen. No se contentan con admirarle y redactar una tesis doctoral de contenidos. Van tras de Él, físicamente. Con ironía les interroga: ¿qué buscáis? ¿Dónde vives, le responde. Él no les da su dirección, su e-mail o el número de su móvil, les dice sencillamente: venid y lo veréis. Y se van con Él.   

La experiencia de la jornada con Él pasada les convence y les impresiona de tal manera que hasta recuerdan a qué hora tuvo lugar el encuentro.

A Andrés le impacta de tal modo, que en llegando a casa, en la lejana Galilea, se apresura a compartir, a confiarle a su hermano Simón que ha encontrado al Mesías ¡anda ya!. No es persona reservada, ni tacaña  Y lo curioso es que de inmediato se lo cree el mismo Pedro.

Pedro y Andrés serán respectivamente cabeza de la Iglesia en Occidente y Oriente.