IV Domingo del Tiempo Ordinadio, Ciclo B

AUTENTICIDAD

Padre Pedrojosé Ynaraja Díaz

 

TEXTOS

Del Duteronomio (18,15-20):

Moisés habló al pueblo, diciendo: «Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea: "No quiero volver a escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir." El Señor me respondió: "Tienen razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá”.»

de la I a los Corintios (7,32-35):

Quiero que os ahorréis preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.


Del evangelio de Mc (1,21-28):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

 

COMENTARIO

Preocupa a muchos la escasez actual de presbíteros en nuestra Iglesia de hoy. Discrepo personalmente. Pienso que la carencia actual más acuciante es la de profetas y la cosa viene de lejos. Opino que la abundancia de sacerdotes que hubo hace poco más de medio siglo era consecuencia del testimonio martirial de tantos otros, con motivo de la triste contienda que sufrimos. Los mártires fueron semilla de servidores de las comunidades parroquiales y de los misioneros que sembraron la Buena Nueva en tierras lejanas. Tertuliano ya había hablado de ello. Mientras tanto el empuje inicial fue adormeciéndose y los ánimos perdieron entusiasmo. Ante tal situación no se ha respondido más que con lamentos.

Tal realidad podría solucionarse de doble manera. La primera, la que a cualquiera se le puede ocurrir, es que los presbíteros fueran fieles al don de la profecía que el Espíritu Santo sembraba y no niego que tal fidelidad existió. Las Ejercitaciones para un mundo mejor, los Cursillos de Cristiandad, los diferentes movimientos matrimoniales, el Escultismo Católico, la misma Acción Católica, la JOC y la JEC. La HOAC, las iniciativas ecuménicas (Taizé y Bose) y las Comunidades Carismáticas, etc. etc. fueron buena muestra de ello.

Estoy seguro de que olvido yo ciertas y ejemplares iniciativas y que muchos lectores no tendrán conocimiento de algunas o muchas de las citadas, será oportuno que cada uno, individualmente examine y se examine de esta realidad.

Simples ejemplos, consecuencia del sucinto análisis:

Creo yo que se observará que del inicial y espectacular éxito de los Cursillos, queda poca cosa entre nosotros. El fenómeno Taizé en cambio, ha ido modificando estructuras y continúa su vocación ecuménica sin haber perdido atractivo. Detrás de la multitud juvenil que nunca falta está una comunidad monástica comprometida, que examina y se examina.

Lamentablemente, el entusiasmo inicial de muchas iniciativas, generalmente, ha ido apagándose. No debe ignorarse que aun así, fueron manifestaciones proféticas de gran valor y utilidad en su tiempo.

¿Qué ha podido ocurrir?

La profecía no se limita a vociferar anuncios y exigencias, por oportunos y legítimos que puedan ser, es necesario el testimonio presente y su duración, como consecuencia de la fuerza de voluntad de la persona que se expresa.

(dicho sea de paso, desde hace tiempo observo que no se habla de la fuerza de voluntad, como si fuera suficiente entender y recordar, las otras dos facultades del alma ¿por qué será?).

Me he entretenido en explicar qué es la profecía y que exigencias debe testimoniar en sí mismo el profeta. De alguna manera estaba comentando la primera lectura. El texto evangélico es una buena prueba de ello.

Si el hecho espectacular fue la curación del endemoniado, acéptese como se quiera la perturbación de aquel buen hombre, lo importante es el proceder íntegro del Señor. El gentío comprende que Jesús no es un curandero, su testimonio personal es lo que asombra. No es un erudito, como cualquier maestrillo lo pueda ser, su hablar está respaldado por su ejemplo, de aquí que digan de Él que habla con autoridad, porque la tiene. 

Respecto a la segunda lectura aparentemente choca con el correcto vivir de que pueda tener una persona honesta casada. La unión matrimonial es fundamental y rubricada con un sacramento, ahora bien, el amor, cualquier amor, para serlo de verdad es preciso que sea fecundo. La fertilidad más visible ciertamente son los hijos, pero no es la única. Es peligroso encerrarse. Hacer del propio domicilio un cubil donde ocultarse y defenderse.

Quien llega al matrimonio cristiano debe hacerlo como una vocación, una respuesta a la llamada de Dios. Quien así escoge, debe saber que la unión supone formar un equipo de ambos conyugues, con ideales de servicio. Servicio a la vida procreando y educando. Llegada cierta etapa, cuando tal vez los hijos se hayan hecho mayores, la fecundidad se expresará en el servicio a la comunidad o al entorno civil.

Tal perspectiva no estaba en la mente de Pablo porque la sociedad no se organizaba como ahora lo está, pero buena muestra de tal proceder está implícitamente descrita es la alusión a matrimonios a los que en sus cartas se refiere y que son fieles discípulos.

En aquel tiempo y en este, el que escoge la soltería, celibato o virginidad, está más libre para el servicio al prójimo, es evidente. Que la escoge como una propia prestación, no por puro egoísmo comodón.

Lo malo es constatar que matrimoniados o no, algunos se comprometen en la política de partidos sin prudencia, con “fervor religioso” que no se merece. En este terreno como en tantos otros, es preciso tener claro sentido de la escala de valores que se le ofrecen al hombre y la calidad de su permanencia y entrega a ellos.