Pandemia y pandemias
El lenguaje escoge y da preferencia a términos que expresan angustias,
ilusiones, ensueños y sufrimiento humano según las tendencias y según el
crecimiento expansional de doctrinas, plagas o
novedades en el común de la gente. En los últimos tiempos una de esas palabras
ha sido, sin duda, ‘pandemia’. La pronunciamos en todos los rincones de nuestra
geografía y en todos los tonos que puede marcar el ritmo del dolor.
No es algo nuevo. La hemos padecido en todos los tiempos. Y las pandemias
son muchas y variadas. Tienen como raíz el egoísmo humano. Es decir, nacen en el
corazón. Los elitismos, los fundamentalismos, la exclusión, la política como
ejercicio del poder y de la acumulación, las hipocresías y fanatismos
religiosos también son pandemias. Un Covid-19 prendió la alarma.
En tiempos de Jesús había pandemias. Y Jesús las atacó, las denunció, las
curó. Las leyes judías relegaban a las mujeres y a los niños. Jesús los
abrazaba y los prefería. Esas mismas leyes excluían de la convivencia humana a
los pecadores, a los leprosos, a los extranjeros, a las prostitutas. Jesús les
da acogida, convive con ellos, les da la mano, los cura y los envía a construir
su Reino. Es otra manera de reintegrar y sembrar la armonía.
La aceptación gozosa de la realidad es fundamento de toda espiritualidad.
Aceptar la pandemia y aceptar al hermano contagiado, es otra manera de
ejercitar la misericordia. Jesús se mezcla con los contagiados de exclusión y
separación de toda convivencia. La reconstrucción de una humanidad que se llame
nueva, comienza por borrar toda frontera, derribar todo muro y tender manteles
en la mesa común de una humanidad unida, fraterna.
Cochabamba 14.02.21
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com