CUARESMA – DOMINGO DE RAMOS B
(28-marzo-2021)
Jorge Humberto
Peláez S.J.
Desconectémonos de Zoom y Teams,
y conectémonos con Dios
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Lecturas:
o
Profeta
Isaías 50, 4-7
o
Carta
de san Pablo a los Filipenses 2, 6-11
o
Marcos
15, 1-39
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Durante
estas semanas de Cuaresma, nos hemos preparado para la celebración de los
misterios pascuales. Pues bien, ha terminado la preparación y hoy empieza la Semana
Santa. Iremos acompañando al Señor, paso a paso, en este drama de una
intensidad sobrecogedora, en su entrega total por nuestra salvación. Este gesto
supremo de amor es incomprensible para la razón humana. Unos lo consideran una
locura y para otros es motivo de escándalo.
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Con
siglos de anticipación, el profeta Isaías había escrito el estremecedor guion que
seguiría Jesús el Jueves y el Viernes Santo: “He dejado
que me azoten las espaldas y me arranquen la barba. No he escondido el rostro a
los que me insultaban y escupían. El Señor es quien me ayuda, por eso no me rindo
a los insultos. Por eso me mantengo firme como roca, y estoy seguro de que Él
nunca me defraudará”.
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Hemos
cumplido un año en tele-trabajo. Largas horas sentados
frente a la pantalla de un computador. Se han borrado las fronteras entre las
actividades laborales y la vida familiar; nos sorprendemos enviando correos
electrónicos a las 10 de la noche en un día festivo. Durante estos días santos
los invito a desconectarnos de las plataformas digitales. ¡No más Zoom ni Teams! Conectémonos con nosotros mismos, la familia, la naturaleza,
los valores espirituales. ¡Conectémonos con Dios!
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Hoy
Domingo de Ramos empieza la Semana Santa. Jesús, que es el Mesías anunciado y
descendiente del rey David, entra solemnemente en Jerusalén, que es la capital religiosa
y política de Israel. Pero este rey, esperado ansiosamente durante siglos, se
rige por un protocolo atípico: hace su ingreso montado en un humilde burrito,
sin la parafernalia de los grandes desfiles militares; no salen a recibirlo los
notables de la ciudad, sino la gente sencilla y los niños. ¡Impactante
testimonio de humildad!
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El
texto de la Carta de san Pablo a los Filipenses nos da la clave para comprender
esta secuencia de acontecimientos que nos producen profundo desconcierto:
“Cristo Jesús, siendo de condición divina, no se aferró a su igualdad con Dios;
al contrario, se anonadó a sí mismo y tomó la condición de esclavo. Hombre
igual a todos y con las apariencias de un hombre cualquiera, se humilló
haciéndose obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz”.
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Después
de leer este texto de san Pablo, quedamos sin palabras. La lógica de los seres
humanos es la contraria: queremos aparentar una sabiduría que no poseemos, una calidad
humana de la que carecemos y un status que pretende situarnos por encima de los
demás. Jesús, Hijo de Dios encarnado, hace exactamente lo contrario y se despoja
de los atributos propios de la divinidad. Este despojo lo acompañó desde la
encarnación hasta el Calvario. Se sometió a todos los sinsabores de la
condición humana: pobreza, rechazo social, críticas, envidias, tergiversación
de sus palabras, traición, juicio tramposo. Y todo esto ¿por qué?, ¿para qué?
Unos lo interpretaron como una locura; para otros fue, y sigue siendo, motivo
de escándalo. Pero dentro del plan de Dios, la única respuesta válida es el
amor sin límites hacia nosotros.
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Vayamos
ahora al relato de la Pasión del Señor que acabamos de escuchar en este Domingo
de Ramos, que es el texto escrito por el evangelista Marcos. Recordemos que cada
uno de los evangelistas escribió su relato de la vida de Jesús teniendo en
cuenta el contexto particular de las comunidades que evangelizaba.
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El
evangelista Marcos tiene un interés especial en el contraste que se manifiesta a
lo largo de la vida de Jesús entre la incomprensión y el rechazo de sus contemporáneos,
y la misión y el triunfo por parte de Dios. Marcos evidencia esta tensión
continua. Su tema central es la manifestación del Mesías crucificado. Subraya, con
mucha fuerza, su fracaso aparente ante los hombres. A lo largo de la vida pública
de Jesús, sus palabras fueron motivo de controversia, y la hostilidad de los
jefes de Israel fue en aumento. Toda esta incomprensión se fue acumulando hasta
llevarlo a la cruz. Marcos explica que todo esto tenía que pasar según los
designios misteriosos de Dios y para que se cumplieran las Escrituras.
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Los
invito, pues, a tomar en serio estos días santos. Aprovechémoslos para tomar
distancia de las plataformas tecnológicas que nos han esclavizado durante este
año de pandemia, y conectémonos con nuestro yo profundo, con la familia, con la
naturaleza, con los valores espirituales y con Dios. Contemplemos a Jesús crucificado
con profundo agradecimiento, pues entregó su vida para que nosotros pudiéramos participar
de la vida divina.