IV Domingo de Pascua Ciclo B
Sacerdocio ejemplar
Mahatma Gandhi decía: “Cuando hay una tormenta los pajaritos se esconden,
pero las águilas vuelan más alto”. A nadie se le oculta que la Iglesia sufre
hoy una tormenta o invierno cuyo blanco es sin duda, el sacerdocio o los
sacerdotes o toda la estructura clerical. Y ante la avalancha, los más débiles
se esconden o hay quien tira los dardos y esconde la mano. Sólo los valientes o
aguerridos dan la cara o vuelan sobre escombros.
Detrás de todo esto se oculta un deseo loable de una imagen renovada,
ejemplar del sacerdote. Pablo le llama “hombre de Dios”. A muchos, esto los
lleva a identificarlos como los ‘expertos’ del culto. Pero también tiene su
peligro: Dejarlos encerrados en las sacristías. Así nos privan del derecho a
una ciudadanía común y corriente, hombres con la identidad total de humanidad al
servicio de la misericordia.
Entiendo mi sacerdocio desde el ‘seguimiento de Jesús’ como humano, testigo
y vidente. Lo humano me identifica con los últimos de la sociedad, los
crucificados de la historia, los herederos del Reino. Como testigo lo soy de la
Resurrección, cultor y defensor de la vida, del ‘Hoy’ del Padre que es Jesús. Y
como vidente, llevo en mi sangre las energías del futuro que le dan a mis ojos
la fuerza del éxtasis y a mi corazón la capacidad del
aguante y la paz interior.
Hombre de mi tiempo. Del pasado heredo la savia energetizante
de los profetas. Enamorado del presente con su energía transformante que me
hace contemporáneo del futuro. Aprendiz de los signos de los tiempos,
matriculado en la escuela de las relaciones humanas del Evangelio donde la
bondad, la sencillez y la humildad forman el trípode sagrado de mi aprendizaje
permanente. Y un caminante infatigable con el pueblo y su ritmo. Ministro de la
inquietud, artesano de la alegría, imán de optimismo y pasión.
Cochabamba 25.04.21
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com