TIEMPO
ORDINARIO – DOMINGO XIII B
(27-junio-2021)
Jorge Humberto Peláez S.J.
Una
recarga de esperanza y optimismo
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Lecturas:
o
Libro
de la Sabiduría 1, 13-15
o
II
Carta de san Pablo a los Corintios 8, 7.9. 13-15
o
Marcos
5, 21-24. 35b-43
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En
estos tiempos que corren, el tono predominante de las conversaciones es
pesimista. Así lo reflejan los sondeos de opinión. Lo que hemos vivido durante
esta pandemia nos trae a la memoria el relato bíblico de las plagas de Egipto.
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En
agudo contraste con el pesimismo generalizado, las lecturas de este domingo son
una recarga de optimismo, el cual se nutre, no de estadísticas macroeconómicas,
sino de una escucha atenta del plan de Dios:
o
El
texto del libro de la Sabiduría nos dice que Dios nos hizo para la felicidad y
no para llevar una vida de sufrimientos.
o
El
segundo mensaje de optimismo y esperanza nos lo comunica el evangelista Marcos,
que narra dos milagros de Jesús, motivados por su infinita sensibilidad ante el
dolor humano: la resurrección de la hija de Jairo, jefe de la sinagoga; y la
curación de una mujer que, durante doce años, padeció unas hemorragias que los
médicos no habían logrado detener.
o
Estos
dos textos nos invitan a revisar nuestros relatos cargados de desesperanza y
ver la vida con ojos diferentes.
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Empecemos
por el texto de libro de la Sabiduría. Allí leemos: “Dios no hizo la muerte ni
goza exterminando a los vivientes. Todo lo creó para que existiera; lo que el
mundo produce es beneficioso, y en nada de ello hay veneno mortífero; la tierra
no es el reino de la muerte, porque la justicia es inmortal”.
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Este
texto es muy actual porque nos ofrece una perspectiva muy diferente para
interpretar las noticias que nos llegan a través de los medios de comunicación.
Ver el noticiero de TV se ha convertido en una experiencia tóxica. Cuando
termina la emisión, nos sentimos agobiados por el avance asesino de la
pandemia, la pobreza, la violencia, las inundaciones e incendios forestales.
Muchas personas interpretan estos acontecimientos como si el responsable fuera
Dios.
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Un
aporte valioso de este texto del libro de la Sabiduría es ayudarnos a comprender
que estos desórdenes, en gran parte, son responsabilidad nuestra. La búsqueda
desmedida del dinero y el poder nos ha llevado a violentar los ciclos de la naturaleza,
destruir la selva, contaminar los ríos; la ambición impide que los eco-sistemas
se recuperen. Estamos exprimiendo hasta el extremo a la naturaleza. Como nos lo
recuerda el Papa Francisco, no podemos analizar separadamente las crisis
sociales y los problemas ambientales, porque son inseparables y constituyen una
única y descomunal crisis socio-ambiental causada por las decisiones
equivocadas de los seres humanos que no reconocemos límites y nada nos
satisface.
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Dios
creó el universo con unas leyes; su plan original es armonioso y justo; los
bienes materiales son para todos los seres humanos. Pero la ambición introduce
el desorden. La pandemia que estamos padeciendo debe suscitar en nosotros
profundas reflexiones. Hay que redireccionar el rumbo de la sociedad. El cambio
climático y las protestas sociales son unas alarmas que no podemos ignorar.
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Vayamos
ahora al relato del evangelista Marcos. Nos muestra a Jesús en una de sus correrías
apostólicas, rodeado de muchísima gente. Su fama se había extendido por toda la
región y lo buscaban para que los currara. Todos hablaban de sus poderes milagrosos,
de su dulzura y de la sabiduría de sus enseñanzas.
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Es
enternecedor el encuentro con Jairo, un judío piadoso que estaba a cargo de una
de las sinagogas de la región; se encontraba muy angustiado por la enfermedad
de su hija de doce años. Jesús lo escucha con atención, se conmueve ante el
sufrimiento de este padre y se dirige hacia su casa. Mientras Jairo hablaba con
Jesús, llega la noticia de la muerte de la niña. Ante la mirada sorprendida de
los padres y vecinos, Jesús la resucitó. Mostró que tenía poder sobre la muerte.
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El
segundo milagro que nos narra el evangelista Marcos es la curación de una rara
enfermedad que padecía una mujer. El texto nos dibuja, en rápidas pinceladas,
los sentimientos de esta mujer: la esperanza que la anima al saber que Jesús
está cerca: “Oyó hablar de Jesús y llegó entre la gente, por detrás”. En esa
larga noche de sufrimiento, que ya duraba doce años, se enciende una luz. Se siente
impulsada por una extraña fuerza interior: “Pensaba que con sólo tocarle la
ropa quedaría sana”. “La mujer, llena de miedo y temblorosa, al comprender lo
que le había pasado, se acercó y cayó de rodillas delante de Él y le confesó
toda la verdad”.
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Esos
dos textos son una recarga de esperanza y optimismo pues nos recuerdan que Dios
ha hecho todas las cosas para que alcancen su plenitud en Cristo. Los profundas
desequilibrios y dolores que vemos a nuestro alrededor no son queridos por Dios,
sino que, en gran parte, son el resultado de equivocadas decisiones de la
libertad humana, que pueden ser corregidas.
Este mensaje de esperanza y optimismo encuentra su fundamento último en
el corazón de Cristo, siempre dispuesto a aliviar el sufrimiento humano y abre
sus brazos para acogernos.