XXVIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Jueves
San Lucas 11, 47-54
Les pedirán cuentas de la sangre de los profetas, desde la sangre de Abel
hasta la de Zacarías ”. Desde el principio la sangre de los justos clamó al cielo, en
efecto, Dios dijo a Caín, homicida de su hermano: “La voz de la sangre de tu
hermano clama a mí” (Gén 4,10); de los acompañantes de Noé se dice: “Pediré
cuentas de vuestra sangre de vuestras vidas, de la mano de todas las fieras” (Gén
9, 5). Y también: “Será derramada la sangre de quien derramare la sangre de un
hombre” (Gén 9,6).
Y en el Evangelio de hoy, hemos escuchado de parte del Señor, a los que
habrían de derramar su sangre: “Se pedirá cuenta de toda la sangre justa
derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de
Zacarías (Lc 11,50-51), con lo cual quería decir que él recapitularía en la suya
propia el derramamiento de la sangre de todos los justos y profetas desde el
principio, y que él mismo pediría cuenta de la sangre de ellos. En efecto, la sangre
de todo hombre asesinado después de Abel es un clamor que se eleva al Señor.
El martirio por confesar la fe, por ser fieles a Dios, no es solo para algunos,
todos los seguidores de Cristo, tanto en el AT como en el NT, estamos llamados a
ser mártires, testigo en las cosas grandes y pequeñas, en privado y en público.
Pero en todo, como en los mártires de todos los tiempos, Dios está de nuestro lado,
no sólo para fortalecernos, sino también para darles el premio eterno de los cielos.
Sin miedo, sigamos siendo fieles a Dios.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)