EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Jueves de la XXX Semana del Tiempo Ordinario
Carta de San Pablo a los Romanos 8,31b-39.
¿Qué diremos después de todo esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará
contra nosotros?
El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no
nos concederá con él toda clase de favores?
¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica.
¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más aún,
el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros?
¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las
angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada?
Como dice la Escritura: Por tu causa somos entregados continuamente a la muerte;
se nos considera como a ovejas destinadas al matadero.
Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó.
Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los
principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales,
ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor
de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Salmo 109(108),21-22.26-27.30-31.
Pero tú, Señor, trátame bien, por el honor de tu Nombre; líbrame, por la bondad de
tu misericordia.
Porque yo soy pobre y miserable, y mi corazón está traspasado;
Ayúdame, Señor, Dios mío, sálvame por tu misericordia,
para que sepan que aquí está tu mano, y que tú, Señor, has hecho esto;
Yo daré gracias al Señor en alta voz, lo alabaré en medio de la multitud,
porque él se puso de parte del pobre, para salvarlo de sus acusadores.
Evangelio según San Lucas 13,31-35.
En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: "Aléjate de aquí,
porque Herodes quiere matarte".
El les respondió: "Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios
y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado.
Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un
profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son
enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus
alas a los pollitos, y tú no quisiste!
Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más,
hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!".
Leer el comentario del Evangelio por
Juliana de Norwich (1342-después 1416), reclusa inglesa
Revelaciones del amor divino, cap. 31
«Cuántas veces quise reunir a tus hijos»
La sed espiritual de Cristo tendrá final. He aquí su sed: su deseo intenso de
amor hacia nosotros, que durará hasta el juicio final. Ya que los elegidos, que serán
la alegría y la felicidad de Jesús durante toda la Eternidad, están aún en parte aquí
abajo, y, después de nosotros, habrá otros hasta el último día. Su sed ardiente es
poseernos a todos en Él, para su gran felicidad - por lo menos, esto es lo que me
parece a mí...
En tanto que Dios, es la felicidad perfecta, bienaventuranza infinita que no
puede ser aumentada ni disminuida... Pero la fe nos enseña que, por su
humanidad, quiso sufrir la Pasión, sufrir todo tipo de dolores y morir por amor a
nosotros y para nuestra felicidad eterna... En tanto que es nuestra Cabeza, Cristo
está consagrado y no puede seguir sufriendo; pero, puesto que es también el
cuerpo que une a todos sus miembros (Ef. 1,23), no está todavía completamente
glorioso e impasible. Por eso, siente siempre este deseo y esta sed que sentía de
Cruz (Jn 19,28) y que me parece, estaban en él desde toda la Eternidad. Y así se
puede decir ahora y se dirá, hasta que la última alma salvada, haya entrado en esta
Bienaventuranza.
Sí, tan cierto es que hay en Dios misericordia y piedad, como que hay en Él
esa sed y ese deseo. En virtud de este deseo, que está en Cristo, nosotros también
lo deseamos: sin esto ninguna alma llega al cielo. Este deseo y sed proceden, me
parece, de la infinita bondad de Dios, y su misericordia...; y esta sed persistirá en
él, mientras estemos en la indigencia, atrayéndonos a su Bienaventuranza.
«curvado en exceso».
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”