EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 13,31-35.
En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: "Aléjate de aquí,
porque Herodes quiere matarte".
El les respondió: "Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios
y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado.
Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un
profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son
enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus
alas a los pollitos, y tú no quisiste!
Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más,
hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!".
Leer el comentario del Evangelio por
Juliana de Norwich (1342-después 1416), reclusa inglesa
Revelaciones del amor divino, cap. 31
«Cuántas veces quise reunir a tus hijos»
La sed espiritual de Cristo tendrá final. He aquí su sed: su deseo intenso de
amor hacia nosotros, que durará hasta el juicio final. Ya que los elegidos, que serán
la alegría y la felicidad de Jesús durante toda la Eternidad, están aún en parte aquí
abajo, y, después de nosotros, habrá otros hasta el último día. Su sed ardiente es
poseernos a todos en Él, para su gran felicidad - por lo menos, esto es lo que me
parece a mí...
En tanto que Dios, es la felicidad perfecta, bienaventuranza infinita que no
puede ser aumentada ni disminuida... Pero la fe nos enseña que, por su
humanidad, quiso sufrir la Pasión, sufrir todo tipo de dolores y morir por amor a
nosotros y para nuestra felicidad eterna... En tanto que es nuestra Cabeza, Cristo
está consagrado y no puede seguir sufriendo; pero, puesto que es también el
cuerpo que une a todos sus miembros (Ef. 1,23), no está todavía completamente
glorioso e impasible. Por eso, siente siempre este deseo y esta sed que sentía de
Cruz (Jn 19,28) y que me parece, estaban en él desde toda la Eternidad. Y así se
puede decir ahora y se dirá, hasta que la última alma salvada, haya entrado en esta
Bienaventuranza.
Sí, tan cierto es que hay en Dios misericordia y piedad, como que hay en Él
esa sed y ese deseo. En virtud de este deseo, que está en Cristo, nosotros también
lo deseamos: sin esto ninguna alma llega al cielo. Este deseo y sed proceden, me
parece, de la infinita bondad de Dios, y su misericordia...; y esta sed persistirá en
él, mientras estemos en la indigencia, atrayéndonos a su Bienaventuranza.
«curvado en exceso».
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”