EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Martes de la XXX Semana del Tiempo Ordinario
Carta de San Pablo a los Romanos 8,18-25.
Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la
gloria futura que se revelará en nosotros.
En efecto, toda la creación espera ansiosamente esta revelación de los hijos de
Dios.
Ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la
sometió, pero conservando una esperanza.
Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para
participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto.
Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos
interiormente anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo.
Porque solamente en esperanza estamos salvados. Ahora bien, cuando se ve lo que
se espera, ya no se espera más: ¿acaso se puede esperar lo que se ve?
En cambio, si esperamos lo que no vemos, lo esperamos con constancia.
Salmo 126(125),1-2ab.2cd-3.4-5.6.
Canto de peregrinación. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía que
soñábamos:
nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. Hasta los mismos
paganos decían: "¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!".
nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. Hasta los mismos
paganos decían: "¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!".
nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. Hasta los mismos
paganos decían: "¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!".
nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. Hasta los mismos
paganos decían: "¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!".
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría!
¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del Négueb!
Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones.
El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando
trae las gavillas.
Evangelio según San Lucas 13,18-21.
Jesús dijo entonces: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré
compararlo?
Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se
convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas".
Dijo también: "¿Con qué podré comparar el Reino de Dios?
Se parece a un poco de levadura que una mujer mezcló con gran cantidad de
harina, hasta que fermentó toda la masa".
Leer el comentario del Evangelio por
San Ambrosio (v. 340-397), obispo de Milán y doctor de la Iglesia
Comentario sobre el evangelio de Lucas, VII, 176-180; SC 52
El grano de mostaza
Veamos por qué el Reino de los cielos se compara con un grano de mostaza,
recuerdo otro pasaje refiriéndose a este; el grano de mostaza se compara a la fe,
cuando el Señor dijo: "Si tuvierais fe como un grano de mostaza, le diríais a la
montaña: ve y pósate en el mar» (Mt 17,20)... Si el Reino de los cielos es como un
grano de mostaza y la fe también como un grano de mostaza, la fe es ciertamente
el Reino de los cielos y el Reino de los cielos es la fe. Tener fe, es tener el Reino de
los cielos... Por ello Pedro, que tenía realmente fe, recibió las llaves del Reino de los
cielos para abrirlo también a otros (Mt 16,19).
Apreciemos ahora cuál es el alcance de la comparación. Esa semilla es sin
duda una cosa común y simple, pero si se tritura, extiende su fuerza. De igual
modo, la fe parece simple a primera vista, pero visitada por la adversidad, expande
su fuerza... Granos de mostaza, nuestros mártires Félix, Nabor y Víctor: tenían el
perfume de la fe, pero lo ignoraban. Cuando llegó la persecución, depusieron las
armas, ofrecieron su cuello y, sacrificados por el espada, extendieron la belleza de
su martirio «hasta los confines de la tierra» (Sal. 18,5)...
El mismo Señor, es un grano de mostaza: mientras no fue agredido, el pueblo
no lo conocía; eligió ser triturado...; eligió ser apresado, si bien Pedro dijo: "Las
multitudes te apretujan» (Lc 8,45); optó por ser sembrado, como el grano «que
alguien compra para sembrar en su jardín». Porque es en un jardín, donde Cristo
ha sido plantado y enterrado; si creció en dicho jardín, también en él resucitará...
Por lo tanto también vosotros, sembrad a Cristo en vuestro jardín... Sembrad al
Señor Jesús: él es grano cuando se le siembra, árbol cuando resucita, árbol que
cubre a todo el mundo; es grano cuando es sembrado en la tierra, árbol cuando se
eleva al cielo.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”