XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Padre Camilo Maccise, OCD
1. Vivimos en un mundo dominado por la economía. Una economía globalizada que
hace que los efectos de la crisis en un país repercutan en todo el mundo. El dinero
domina los países y se ha convertido en un ídolo ante el cual se sacrifica todo. El
neoliberalismo salvaje crea marginación y exclusión, no sólo de individuos sino de
naciones. A causa del ídolo dinero se provocan guerras para vender armas; para
apoderarse de materias primas de los países del tercer mundo. Con tal de aumentar
las ganancias se especula con el dinero sin tener en cuenta la miseria, el hambre y
la muerte que pueden ocasionar. Detrás de la corrupción generalizada en el mundo
y de las luchas por el poder está el dinero que abre todas las puertas. "Poderoso
caballero es don dinero".
2. El evangelio de este domingo y su mensaje han sido discutidos a lo largo de la
historia. Por lo general se han interpretado equivocadamente como si Jesús
propusiera separar lo político de lo religioso en forma drástica: la fe no debe
preocuparse del bien común, de lo social, de lo político; quienes dirigen la sociedad
no pueden expresar su fe y vivir su dimensión religiosa. No es esto lo que quiere
decir Jesús. De hecho, su mensaje religioso tiene consecuencias sociales ya que
predicó la igualdad de todos, la dignidad de la persona humana, la necesidad de
practicar la justicia. Cuando Jesús, en el evangelio de hoy señala la imagen del
César denuncia un poder que se ha pervertido por la opresión, la exclusión, la
injusticia; mientras lo que es y se debe a Dios es el amor, la justicia, el compartir,
la solidaridad.
3. Tratemos de tener presente esta perspectiva en nuestras actitudes prácticas. Dar
al César lo que es del César significa rechazar lo que él representaba: un poder
basado en la corrupción, la injusticia, el aplastamiento de la dignidad humana y de
sus derechos. Dar a Dios lo que es Dios, en cambio, quiere decir preocuparnos de
que el ser humano, hecho a imagen y semejanza de Dios, pueda vivir con esa
dignidad que el creador le ha comunicado. Jesús no pide una obediencia
incondicionada al poder civil, ni una desobediencia arbitraria. Lo que él busca y
propone es que trabajemos por un mundo sin discriminación y opresión en el que
las personas vivan la igualdad en el amor y en una globalización de la solidaridad
frente a la globalización de una economía excluyente.
Camilo Maccise