XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Padre Camilo Maccise, OCD
1. Vivimos en un mundo de pluralismo religioso. Los medios de comunicación nos
han dado a conocer las diferentes culturas y religiones. Ha crecido el respeto por
las creencias de los demás pues comprendemos que Dios tiene muchos caminos
que conducen a él y que se hace presente y cercano a todos los que practican el
bien. Unos cinco mil millones de personas no conocen a Cristo. Están, sin embargo,
en camino de salvación. El Vaticano II admitió que fuera de la Iglesia había
salvación. Eso hizo experimentar una crisis a los misioneros tradicionales. Qué
sentido puede tener hoy la misión como se entendía antes: llevar la salvación a los
infieles. Ciertamente no se puede seguir actuando guiados por esa manera de
pensar. Dios quiere la salvación de todos y los lleva por caminos diferentes. No se
requiere, por tanto, la conversión al cristianismo y la incorporación a la Iglesia para
conseguir la salvación.
2. Hoy celebramos el domingo mundial de las misiones que tienen su origen en el
mandato de Cristo de ir a predicar la Buena Noticia a todo el mundo. Los apóstoles
lo cumplieron y comenzaron de inmediato a evangelizar. Más adelante, la Iglesia
continuó esa misión que Cristo le confió. Lo hizo guiada por unos principios: ￿fuera
de la Iglesia no hay salvación￿ y ￿Cristo es el único salvador￿. Eso trajo consigo
la idea incluso de forzar las conversiones de los paganos para que pudieran
salvarse. La evangelización estuvo ligada a la colonización y no dejó de haber
incluso violencia para lograr el objetivo de salvar a todas las personas. En un
mundo de pluralismo religioso como el nuestro, Dios nos ha hecho comprender de
manera diversa la misión de la Iglesia. No se trata de imponer como camino
exclusivo de salvación el camino de la fe cristiana. Cristo sigue siendo el único
salvador pero actúa de manera diversa en las diferentes religiones. En él se juntan
las semillas de salvación dispersas en las diferentes religiones.
3. La misión conserva su vigencia, pero hay que entenderla de manera diferente.
Ya no es sólo una misión dirigida a los que no creen en Cristo para convertirlos. Es
llevar el testimonio de la Buena Nueva predicada por Él como plenitud de la
revelación. En el diálogo interreligioso y en la inculturación se realiza en anuncio
misionero. Además, no son misioneros solamente los que van a anunciar a Cristo
en los lugares y culturas donde no es conocido. Todos nosotros somos misioneros,
es decir enviados, a testimoniar y anunciar la Buena Noticia que es Cristo, pero en
el respeto de las otras religiones y de los que no creen. Recordemos hoy a las
personas y obras que se dedican a llevar el evangelio a tierras lejanas; seamos
solidarios con ellas y pidamos para que el Señor los ayude a realizar su servicio
misionero a la luz del pluralismo religioso que nos habla de la riqueza de los
caminos del Espíritu para llevar a todos a la plenitud de vida.
Camilo Maccise