XXX Domingo Del Tiempo Ordinario, Ciclo A
AMAR…PERO COMO DIOS MANDA
Padre Javier Leoz
El pasado domingo, el Papa Benedicto XVI nos sorprendía convocando a partir del
día 12 de octubre del prximo ao un “Ao de la fe” como momento de gracia y de
compromiso, para reforzar nuestra fe en Cristo y para anunciarlo con gozo al
hombre de nuestro tiempo.
1.- Que el ser humano anda mendigando amor, no es cosa nueva. Poseemos
muchas cosas pero, en diversas ocasiones, echamos en falta una mano amiga, un
corazón en comunión con el nuestro, unos ojos que nos regalen una mirada, uno
oídos abiertos a nuestros problemas. ¿Qué ocurre? ¿Por qué el hombre va
deambulando de puerta en puerta, en busca de la felicidad, y no encuentra un poco
de sosiego y de paz para sí mismo? La respuesta es Dios. El amor, gratuito y
limpio, ha sido dejado de lado. Confundimos amor sin límites, con amistad fraguada
de intereses; amor gratuito con placer al instante; amor que busca la felicidad del
otro, con egoísmo personal. ¿Dónde encontrar el equilibrio?
Las lecturas de hoy nos dan algunas pistas:
-Abandonar los ídolos que nos hacen postrarnos ante ellos y que son causa de
nuestra confusin y de nuestro relativismo. El ídolo del “todo vale” que nos hace
pensar que, cualquier fin, justifica los medios para alcanzar un estado de felicidad.
-Servir a Dios añorando la vuelta de Jesús y, por lo tanto, siendo prolongación de
las palabras, hechos y actitudes de Jesús: amar como él amó (sin distinción ni
fronteras) y buscando siempre la armonía entre el amor a Dios y el amor al
prójimo. ¡Cuánto duele el escuchar a gente que se las da de cristiano que, para
amar a Dios, es suficiente con amar a las personas! ¿Pero ya las amamos como
Dios manda, como el evangelio exige….o a nuestro modo y capricho? ¿Es un amor a
la carta el que ofrecemos o un amor cristiano y sacrificado el que brindamos?
2. - Al escuchar el evangelio de este día recuerdo una anécdota fruto de una
tertulia. “Para mí el evangelio es no hacer mal a nadie”. A lo que apostillé ¿Y qué es
no hacer mal a nadie? ¿Pasar de largo? ¿Cerrar los ojos y “ojos que no ven corazn
que no siente”? ¿Dejar que ciertas situaciones de pecado y de injusticia sigan igual?
Hoy es el Señor quien nos pregunta ¿Qué mandamiento es el principal de la Ley? Y
nosotros, y también muchos de los que no están aquí, seguimos respondiendo lo
mismo: “para mí…el mandamiento principal es…..” Y, el Seor, no nos pregunta
eso. En absoluto la interesa “cual es para nosotros” sino cual es el mandamiento
principal para agradar a Dios y no alejarnos de Él. ¿Qué respondemos? ¿Que lo
esencial es hacer el bien y nada más? ¿Que con rezar y acordarnos de Él es
suficiente? ¿Que con estar bautizados o invertir media hora en una celebración ya
le damos gloria? ¿Desde cuándo, el amor a Dios o al prójimo, lo damos con
cuentagotas? ¿Acaso, Dios, que se rebajó tanto por nosotros no merece mucho más
que eso? ¿Acaso los prójimos que nos rodean, que son como nosotros imagen y
semejanza de Dios, no valen nuestro cariño por eso precisamente?
3.- No nos podemos instalar, como cristianos, en el puro altruismo (para eso no
hace falta estar bautizado). El descubrimiento del amor de Dios nos lleva
necesariamente a descubrirnos y multiplicarnos en detalles hacia los demás. Es
bueno recordar que la diferencia entre el amor humano y divino es que, el primero,
cuando surgen dificultades o falta de respuestas, pronto se cansa o se agota. El
segundo, el divino, es diferente: siempre se abre, no conoce límite ni intereses, no
se brinda respondiendo a colores ideológicos. El amor celeste, porque viene de
Dios, es motor y fuerza del amor cristiano.
Si Dios nos quiere, tal y cómo somos, ¿por qué no vamos a querer nosotros a los
demás tal y cual son? No busquemos a quién amar. Simplemente amemos aquello
que esté junto a nosotros. Para ello tendremos que abandonar, como dice San
Pablo, viejos ídolos, prejuicios, imágenes y un sinfín de condicionantes que nos
impiden querer….como Dios nos espera de nuestro corazn cristiano.
4.- Nota: una forma eficaz de hacer visual el amor que Dios nos tiene es el
sentirnos enviados en esta Jornada Mundial de la Propagación de la Fe (DOMUND).
El anuncio del Evangelio es un gran servicio que podemos aportar a toda la
humanidad. Y, cuando personalmente no lo podemos llevar a cabo, hemos de hacer
lo posible para que a nuestros evangelizadores –los misioneros- cuenten con los
medios materiales y económicos necesarios para llevar a cabo esa impresionante
labor: hacer presente el amor de Dios en los países más desfavorecidos o más
pobres. Como católicos estamos llamados a amar y promover esta gran obra que
no es otra que la causa misionera. Que en esta jornada, nuestro amor efectivo y
afectivo a Dios, se manifieste claramente por nuestra solidaridad económica y
oración sincera por todos nuestros misioneros.
5.- ¿CUÁL ES MI PRINCIPAL MANDAMIENT0, JESÚS?
¿Amar, aun a riesgo de perder
o ser amado, buscando mi egoísmo personal?
¿Amar, respetando y queriendo lo del otro
o, por el contrario, buscar un amor a la carta
con contraprestaciones y con diversos colores de placer?
¿CUÁL ES MI PRINCIPAL MANDAMIENTO, JESÚS?
Tengo, tanto miedo, de que no sea el tuyo
De no amar a Dios como Tú lo amas
De no servirle como Tú lo haces
De no buscarle por los caminos
por lo que Tú me invitas a seguirte
Digo amar a Dios….y me amo a mi mismo
Digo entregarme a Dios…y me busco a mí mismo
Digo soar con Dios….y pienso en mi propio paraíso
¿CUAL ES MI PRINCIPAL MANDAMIENTO, JESÚS?
Ayúdame, Señor, a descubrirlo
A que, el único y trascendente, sea brindar a Dios
mi existencia y mi adoración, mis ilusiones y mis esperanzas,
mi compromiso y mis anhelos de fraternidad
Ayúdame, Señor, a que tus mandamientos sean los míos:
Que no sean sólo ley, sino convencimiento
Que no sean letra impresa, sino corazón abierto
Que te amé no por obligación y sí por necesidad de Ti
Y ahora, Señor, respóndeme lo que de antemano ya sé:
El amor a Dios empuja a darse con el hermano
y, en el hermano, es donde puedo también alcanzar
el amor divino que sale a mi encuentro.
¡Gracias, Señor!