XXX Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Miércoles
Lucas 13, 22-30
“Vendrán del oriente y del poniente y participarán en el banquete del Reino de
Dios”. El Señor Jesús , antes de ascender al cielo, confió a sus discípulos el mandato
de anunciar el Evangelio al mundo entero y de bautizar a todas las naciones. La
misión universal de la Iglesia nace del mandato de Jesucristo y se cumple en el
curso de los siglos en la proclamación del misterio de Dios, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, y del misterio de la encarnación del Hijo, como evento de salvación para
toda la humanidad.
La Iglesia, en el curso de los siglos, ha proclamado y testimoniado con
fidelidad el Evangelio de Jesús. Al final del segundo milenio, sin embargo, esta
misión está todavía lejos de su cumplimiento. Por eso, hoy más que nunca, es
actual el grito del apóstol Pablo sobre el compromiso misionero de cada bautizado:
“Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber
que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!” ( 1 Co 9,16). Eso explica
la particular atención que el Magisterio ha dedicado a motivar y a sostener la misión
evangelizadora de la Iglesia, sobre todo en relación con las tradiciones religiosas
del mundo.
En efecto, al decir Jesús que “Vendrán del oriente y del poniente y participarán
en el banquete del Reino de Dios”, nos está diciendo que “(Dios) quiere que todos
los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. Porque hay un
solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús,
hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos” (1 Tm 2,4-6).
Jesús es, en efecto, el Verbo de Dios hecho hombre para la salvación de todos.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)