XXX Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Jueves
Lucas 13, 31-35
“No conviene que un profeta muera fuera de Jerusalén”. “Como se iban
cumpliendo los días de su asunción, Jesús se afirmó en su voluntad de ir a
Jerusalén” (Lc 9, 51; cf. Jn 13, 1). Por esta decisión, manifestaba que subía a
Jerusalén dispuesto a morir. En tres ocasiones había repetido el anuncio de su
Pasión y de su Resurrección (cf. Mc 8, 31-33; 9, 31-32; 10, 32-34). Al dirigirse a
Jerusalén dice: “No cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén” (Lc 13, 33)
(CIgC 557),porque esta ciudad es signo de “la ciudad del Dios vivo”.
Jesús recuerda el martirio de los profetas que habían sido muertos en
Jerusalén (cf. Mt 23, 37a). Sin embargo, persiste en llamar a Jerusalén a reunirse
en torno a él: “¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne
a sus pollos bajo las alas y no han querido!” (Mt 23, 37b). Cuando está a la vista de
Jerusalén, llora sobre ella (cf. Lc 19, 41) y expresa una vez más el deseo de su
corazón: “Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! pero ahora está
oculto a tus ojos” ( Lc 19, 41-42) (CIgC 558).
La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-
Mesías, recibido en su ciudad por los niños y por los humildes de corazón, va a
llevar a cabo por la Pascua de su Muerte y de su Resurrección. Así, Jerusalén nos
revelan la ciudad que es meta última de nuestra peregrinación, la Jerusalén
celestial, por esto Jesús dijo: “No conviene que un profeta muera fuera de
Jerusalén”.
Ahora nosotros, “en la liturgia terrena pregustamos y participamos en la
liturgia celeste que se celebra en la ciudad santa, Jerusalén, hacia la que nos
dirigimos como peregrinos, donde Cristo está sentado a la derecha del Padre, como
ministro del santuario y del tabernáculo verdadero” ( SC 8).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)