COMPARTIENDO EL EVANGELIO
Reflexiones radiales de Monseñor Rubén Oscar Frassia
Domingo 23 de octubre de 2011 – 30º durante el año
Evangelio según San Mateo 22, 34-40 (ciclo A)
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los
saduceos, se reunieron en ese lugar, y uno de ellos, que era doctor de la
Ley , le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento
más grande de la Ley ?".
Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con
toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer
mandamiento.
El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".
“El hombre tiende a dividir y Dios tiende a unir.”
A veces uno pensaba “para estar cerca de Dios, tengo que amar a Dios y
despreciar a los hombres”; o “para amar bien a los hombres tengo que
acercarme a ellos y separarme o negar a Dios”. Sin embargo, nuestra vida
es una vida de síntesis, donde amabas realidades están anticipadas en
Jesucristo, el verdadero Dios y verdadero Hombre. Su Persona Divina,
donde esta incorporado lo humano, nos enseña a vivir esta doble realidad
como si fuera una única realidad.
Mirando a Cristo, uno se da cuenta que tiene que abrirse a Dios. Y
abriéndose a Dios encuentra a los hermanos. Y amando a los hermanos,
está encontrando el amor de Dios. ¿Por qué?, porque nos falta síntesis.
Vivimos una sociedad atomizad
Vivimos una sociedad individualista,
Vivimos una sociedad relativista y subliminal en todo.
¡Todo es relativo!, ¡todo es lo que uno siente!, ¡todo sólo por hoy, donde el
futuro no tiene demasiada implicancia!, ¡no hay cosas para más tiempo o
para más adelante!
¡Por eso, es importante darnos cuenta que tenemos que retomar el sentido
unitivo de nuestra vida: lo divino y lo humano; Dios y los hombres!
Tenemos que vivir de esta forma: lo interno tiene que expresarse en lo
externo; lo teórico tiene que meterse en la práctica; la oración tiene que
insertarse en la vida; la fe tiene que expresarse en obras y que Dios tiene
que llevarnos -siempre- a nuestro hermano, al prójimo, a todos.
La respuesta en este mandamiento, amar a Dios con todo el corazón, con
toda la vida, con toda el alma y amar al prójimo como a sí mismo, de estos
dos mandamientos depende toda la Ley y los Profetas; de estos dos
mandamientos depende si nosotros vivimos una vida sabia o si queremos
vivirla vacía y superficial.
Pidamos al Señor tener luz, para poder vivir como corresponde: amando a
Dios y amando en serio a nuestros hermanos; amando en verdad y no
usando a nuestros hermanos; sirviendo a Dios y dando a nuestros
hermanos. Pero todo esto en espíritu y en verdad.
Les dejo mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.