“Amarás al Seor, tu Dios, con todo tu corazn, con toda tu alma y con todo tu
espíritu”
Mt 22, 34-40
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. “MAESTRO, ¿CUÁL ES EL MANDAMIENTO MÁS GRANDE DE LA LEY?”
“Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se
reunieron con él. Los fariseos se caracterizaban por su rigor y austeridad en el
cumplimiento de la letra de la ley y en la atención a los aspectos externos de los preceptos
religiosos y los saduceos eran ciertas personas, que pertenecían a la aristocracia
sacerdotal judía que negaban la inmortalidad del alma, aquí en este Evangelio, el fariseo
quiere probar la opinión de Jesús, con habilidad y astucia para conseguir algo con oscuros
propósitos y así comprometerlo, en otras palabras, mediante una treta, busca perjudicar a
Jesús.
Entonces uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
“Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?”. Jesús le responde con el
mandamiento tomado del Deuteronomio: “Amarás al Seor, tu Dios, con todo tu corazn,
con toda tu alma y con todo tu espíritu” y les asegura que: “este es el más grande y el
primer mandamiento.” Y luego tomado de Levíticos 19,18 les amplía: “El segundo es
semejante al primero: Amarás a tu prjimo como a ti mismo”. Estos eran mandamientos
conocidos, pero muy tenidos en menos como los más importantes.
2. EL AMBIENTE DONDE SURGE LA PREGUNTA QUE SE LE VA A HACER A
JESÚS.
La pregunta del fariseo, no es sólo un recuerdo histórico de los interrogatorios frecuentes
entre Jesús y sus antagonistas, los que siempre buscaban poner en aprietos al Señor, es
ademán una natural preocupación de la comunidad a la cual Mateo escribe el evangelio, la
que en este caso quiere saber qué precepto resume todas las enseñanzas de la Ley y los
profetas y evitar la confusión que supone el cumplimiento de una minada de obligaciones y
deberes.
Aquí se busca conocer el pensamiento de Jesús, sobre un mandamiento de la ley,
seguramente éste estaba en las habituales discusiones del ambiente rabínico, porque
sabemos que era común de aquel tiempo discutir sobre la importancia de los preceptos.
Sucedía que de todos los mandatos, una buena parte se consideraban como positivos y
otros negativos, como del mismo modo se calificaban en graves y otros en leves. En este
ambiente surge la pregunta que se le va a hacer a Jesús.
3. EL AMOR ES LA ÚNICA RESPUESTA VERDADERAMENTE ADECUADA QUE EL
CREYENTE PUEDE DARLE AL DIOS
La respuesta de Jesús a la pregunta del fariseo, no quiere encaminar a que nos quede
claro que el amor es la única respuesta verdaderamente adecuada que el creyente puede
darle al Dios que lo ha amado primero y que le ofrece su amistad. Un amor, como ya
enseñaba el Antiguo Testamento, único e indiviso y que reúne todos los componentes del
ser humano; la inteligencia, la voluntad y las fuerzas importantes. Un amor así necesita
salir de la dispersión y encontrar la integración, una unidad de vida consciente y libre; “con
todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu”
El verdadero amor a Dios, síntesis de la Ley, posee un vínculo inseparable con el amor al
prjimo: “El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prjimo como a ti mismo”. En
caso contrario, hay que denunciar el carácter hipócrita, tal como lo han hecho con
insistentes avisos los profetas de Israel, de un culto formalista que no practique la justicia y
la misericordia con el prójimo. La unidad inseparable entre los dos mandamientos es
indudablemente el corazón de la predicación profética y de la Torah, como muestra, por
ejemplo, la primera lectura, tomada del antiguo código de la alianza.
4. “AMARÁS AL SEÑOR, TU DIOS, CON TODO TU CORAZÓN, CON TODA TU
ALMA Y CON TODO TU ESPÍRITU”.
Entonces la novedad es que no es necesario ya para nosotros discernir cuáles cual es el
mas grande de los mandamientos, porque nos quedamos con uno solo “el amor” y para
todos los efectos la novedad está en ubicarlos en primer lugar, es así como el Señor
insistirá en situar el precepto del amor a Dios sobre todas las cosas, en su lugar primero,
absoluto y excepcional, “Amarás al Seor, tu Dios, con todo tu corazn, con toda tu alma y
con todo tu espíritu”. Y luego va a insistir y situar en su propio lugar otro mandamiento
descuidado por el judaísmo y pospuesto a otros preceptos menores, “Amarás a tu prjimo
como a ti mismo”. Jesús da este segundo mandamiento sin que el doctor de la Ley se lo
haya preguntado. ¿A qué se debe esta insistencia y la proclamación de su excelencia?
Moralmente, quizás a los judíos les sonaba bien esto como un valor moral, en este caso
para Jesús es un mandato y se los anuncia con las palabras del Levítico: “Amarás a tu
prjimo como a ti mismo” (Lev 19:18).
Jesús, les declara que “De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas”,
y lo que hace con esto, al relacionar esto dos preceptos, los transforma en uno solo, y nos
enseña que la voluntad del Padre, se concentra en el doble precepto del amor a Dios y al
prójimo.
5. EL AMOR A DÍOS, Y EL AMOR AL PRÓJIMO
Pero en su mismo contexto se ve que este prójimo de un judío es sólo otro judío, y a lo
más el “peregrino” que morase con ellos. Los samaritanos, los publícanos y las gentes de
mala vida no eran para ellos prójimo; los samaritanos y los publícanos eran positivamente
odiados (Eclo 50:27.28). Entonces, Jesús sitúa este precepto en el puesto que le
corresponde, y lo reglamenta en función de Dios. Por eso se da aquí a este mandamiento
dos características. Por una parte saca el concepto de prójimo de los estrechos límites
judíos para darle la universalidad de lo “humano”; es la doctrina de Jesús. Por otra parte,
El pone y destaca la gravedad e importancia del mismo, al ponerlo, por encima de todas
las insignificancias y pequeñeces del amor de Dios, porque no hay otro mandamiento
mayor que éstos. Precisamente el precepto del amor al prjimo es “semejante” al
mandamiento del amor a Dios. “La semejanza está en la caridad, que no va al prjimo sino
por amor de Dios.” Pero lo que aquí también se urge es la gran obligacin semejante al
primero, la práctica del amor al “prjimo” El amor a Díos, y el amor al prjimo, sumados
las dos recopilan y sintetizan toda la Ley, de estos preceptos las leyes restantes cobran
mucho sentido.
6. “AMARÁS”, Y CON TODO EL CORAZÓN
Este es nuestro deber, “Amarás”, y con todo el corazn, sin ninguna restriccin y con todo
lo que te da la vida, con toda el alma, esto con el primer principio de nuestra vida, lo mas
importante, la parte espiritual e inmortal, capaz de entender, querer y sentir, y que, junto
con el cuerpo, constituye su esencia humana, con toda la mente, con la capacidad
intelectual humana, con el pensamiento, mas allá de toda imaginación y voluntad. Esto es
amar con todo lo que hemos recibido de Dios, por tanto con todo lo que podemos
acercarnos a Dios y estar con El. Así es como Jesús, nos exige un amor total, El no
aceptas un amor parcial o limitado, y lo mismo nos enseña y nos exige, la entrega y el
amor, tanto a Dios como al prójimo. Eso quizás fue sorprendente para el fariseo, Jesús
puso al mismo nivel los dos mandamientos, y así lo aclara el evangelio cuando diciendo
“De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas".
7. ES LA LECCIÓN DE LA CARIDAD CRISTIANA VOLCÁNDOSE EN LA
FRATERNIDAD DE TODOS LOS SERES HUMANOS
Para nosotros, cristianos, seguidores de Jesús, debemos ser absolutamente contrarios a
cualquier sentimiento acentuado de hostilidad, antipatía, rechazo y odio a los hombres, sin
embargo es algo con lo que convivimos a diario, esta a la vista de cualquiera en la familia,
en la amistad, con los vecinos, con los que piensan diferente, entre los políticos, entre las
naciones y pueblos. Esto es los que nos enseña Jesús, el hombre es imagen de Dios, y si
tu amas a tu prójimo, amas a Dios, y si amas a Dios, lo amas en también en el prójimo.
Estos preceptos son nuestros fundamentos de la vida cristiana, ambos basados en el
amor, y por amor a Dios y al prójimo, juntos el mandamiento más grande de la Ley Jesús,
con estas palabras, nos ha dado a toda la Humanidad otra de esas lecciones
trascendentales. Es la lección de la caridad cristiana volcándose en la fraternidad de todos
los seres humanos.
El Señor les Bendiga