“Amarás al Seor, tu Dios, con todo tu corazn, con toda tu alma y con todo tu
espíritu”
Mt 22, 34-40
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
¿Y QUÉ ES AMAR AL PRÓJIMO SEGÚN LA PERSPECTIVA DE JESÚS?
La respuesta de Jesús al fariseo nos ayuda a aclarar qué conlleva amar a Dios, una actitud
que no puede entenderse como el mero sentimiento con el que una persona ama a otra
para hacerle el bien. En el Antiguo Testamento, “amar a Dios” es escucharlo, es confiar en
su palabra prometedora, es condicionar la vida a la Palabra. Amar a Dios equivale a
decidirse por Dios con la totalidad del ser, sin reservas. La actualidad de la respuesta de
Jesús a la cuestión propuesta por el escriba sobre el precepto más importante de la Ley
ilustra aspectos de hoy día. Por ejemplo, numerosos bautizados vacilan y se preguntan
qué hacer en situaciones particulares, y todo porque no han decidido en realidad qué es lo
más urgente o conveniente en la vida. Sólo Dios es la causa por la cual vale la pena
invertir todos los recursos vitales, la única en la que tiene sentido gastar la existencia.
La verdad del primer mandamiento depende de cómo se viva el segundo, el amor al
prójimo. ¿Y qué es amar al prójimo según la perspectiva de Jesús? Jesús introduce una
novedad en el concepto del prójimo que supera toda barrera: no es sólo el amigo o el
consanguíneo, sino también el extraño o extranjero, e incluso el enemigo (cf Mt 5,43-48).
El prójimo no viene determinado ni definido por un listado de principios generales, sino por
el amor concreto que descubre al otro y lo que puede hacer por él. Jesús nos enseña la
realización perfecta de este amor concreto con su profunda compasión por cualquier
persona necesitada, sana o enferma. En Jesús descubrimos el modelo supremo para
hacernos prximos, el ejemplo donde inspirarnos en las situaciones de “proximidad”.
Podemos enumerarlas bajo una triple tipología: el amor al prójimo como atención solícita
ante las necesidades del otro, como perdón y reconciliación con el enemigo, y como
servicio al amigo o al hermano
ORACION
Señor, te bendecimos porque nos muestras el sendero de la vida con el mandamiento del
amor, cuya práctica nos acerca cada vez más a ti y nos conforma mejor con Jesucristo, tu
amadísimo Hijo.
Ayúdanos a amarte, destronando de nuestro corazón los ídolos y dejando que tu Palabra
plasme en nosotros la criatura nueva, que te pertenece por entero. Te hacemos hueco en
nuestra vida. Queremos amarte, Dios nuestro, como el Único y reconocer que eres el guía
de la vida. Tú nos permites superar las indecisiones en las pequeñas y grandes elecciones
y nos ayudas a vencer nuestro pequeo yo “autárquico”, que continuamente nos dice que
para vivir basta con nuestros propios recursos y que somos autónomos para amar. Que tu
Palabra nos libere de la seduccin de este yo “diminuto”, chato de ideales, encorvado
sobre sí mismo y privado de amor y solidaridad con el prójimo.
Te pedimos que nos concedas la gracia de tu Espíritu para que podamos servirte fielmente
amando a nuestros hermanos, especialmente a los necesitados y humildes, tus preferidos.