EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Sábado de la XXXI Semana del Tiempo Ordinario
Carta de San Pablo a los Romanos 16,3-9.16.22-27.
Saluden a Prisca y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús.
Ellos arriesgaron su vida para salvarme, y no sólo yo, sino también todas las
iglesias de origen pagano, tienen con ellos una deuda de gratitud.
Saluden, igualmente, a la Iglesia que se reúne en su casa. No se olviden de saludar
a mi amigo Epéneto, el primero que se convirtió a Cristo en Asia Menor.
Saluden a María, que tanto ha trabajado por ustedes;
a Andrónico y a Junia, mis parientes y compañeros de cárcel, que son apóstoles
insignes y creyeron en Cristo antes que yo.
Saluden a Ampliato, mi amigo querido en el Señor;
a Urbano, nuestro colaborador en Cristo, y también a Estaquis, mi querido amigo.
Salúdense mutuamente con el beso de paz. Todas las Iglesias de Cristo les envían
saludos.
Yo, Tercio, que he servido de amanuense, los saludo en el Señor.
También los saluda Gayo, que me brinda hospedaje a mí y a toda la Iglesia.
Finalmente, les envían saludos Erasto, el tesorero de la ciudad y nuestro hermano
Cuarto.
¡Gloria a Dios, que tiene el poder de afianzarlos, según la Buena Noticia que yo
anuncio, proclamando a Jesucristo, y revelando un misterio que fue guardado en
secreto desde la eternidad
y que ahora se ha manifestado! Este es el misterio que, por medio de los escritos
proféticos y según el designio del Dios eterno, fue dado a conocer a todas las
naciones para llevarlas a la obediencia de la fe.
¡A Dios, el único sabio, por Jesucristo, sea la gloria eternamente! Amén.
Salmo 145(144),2-3.4-5.10-11.
Día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar.
¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza: su grandeza es insondable!
Cada generación celebra tus acciones y le anuncia a las otras tus portentos :
ellas hablan del esplendor de tu gloria, y yo también cantaré tus maravillas.
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino y proclamen tu poder.
Evangelio según San Lucas 16,9-15.
Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en
que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo
poco, también es deshonesto en lo mucho.
Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el
verdadero bien?
Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?
Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al
otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede
servir a Dios y al Dinero".
Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de
Jesús.
El les dijo: "Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus
corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres, resulta
despreciable para Dios.
Comentario del Evangelio por
San Gregorio Nacianceno (330-390), obispo y doctor de la Iglesia
Sermón 14, sobre el amor a los pobres, 24-25; PL 35, 887 (trad. Breviario
1er lun. cuaresma rev.)
Si no fuisteis dignos de confianza con el dinero falso, ¿quién os confiará el
bien verdadero?
No consintamos, hermanos y amigos míos, en administrar de mala manera lo
que, por don divino, se nos ha concedido, para que no tengamos que escuchar
aquellas palabras: «Avergonzaos, vosotros, que retenéis lo ajeno, proponeos la
imitación de la equidad de Dios y nadie será pobre.»
No nos dediquemos a acumular y guardar dinero, mientras otros tienen que
luchar en medio de la pobreza, para no merecer el ataque acerbo y amenazador de
la palabras del profeta Amós: «Escuchad, los que decís: ¿cuándo pasará la luna
nueva para vender el trigo, y el sábado para ofrecer el grano?» (Lc 8,5)...
Imitemos aquella suprema y primordial ley de Dios, que hace llover sobre los
justos y los pecadores, y hace salir igualmente el sol para todos (Mt 5,45); que
pone la tierra, las fuentes, los ríos y los bosques a disposición de todos sus
habitantes; el aire se lo entrega a las aves, y el agua a los que viven en ella, y a
todos da con abundancia, los subsidios para su existencia, sin que haya autoridad
de nadie que los detenga, ni ley que los circunscriba, ni fronteras que los separen;
se lo entregó todo en común, con amplitud y abundancia, y sin deficiencia alguna.
Así enaltece la uniforme dignidad de la naturaleza con la igualdad de sus dones, y
pone de manifiesto las riquezas de su benignidad
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