XXXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
¿CÓMO LLEVAMOS LO QUE CREEMOS?
Padre Javier Leoz
Proponer, sin desmayo ni fisuras, las grandes verdades de la fe cristiana ha de ser
el alma, la pasión y el cometido de los pequeños y grandes heraldos del Evangelio.
Encubrir, ésta o aquella parte, porque puede resultar hiriente o escandalosa para
una realidad acostumbrada a la comodidad se nos puede volver en contra: “ellos no
hacen lo que dicen”.
1.- Seguimos avanzando en el Año Litúrgico y meditando con la Palabra de Dios.
Atrás han quedado los domingos donde Jesús polemizaba con los representantes
judíos. Hoy, a nosotros, nos sigue preguntando: ¿Qué hacéis con vuestra fe?
¿Cumplís lo que escucháis todos los domingos? ¿Lleváis a la práctica aquella fe que
recibisteis en el día de vuestro Bautismo? ¿Tenéis miedo a mostraros tal y como
sois? ¿Cómo lo lleváis?
Un riesgo al escuchar el Evangelio de este día, y también la primera lectura, es
pensar exclusivamente en los agentes de pastoral que nos movemos en primera
línea (Papa, obispos, sacerdotes, telogos, catequistas, cofradías……) y llegar a la
conclusión siguiente: es verdad. No hacen lo que predican. No llevan a cabo lo que
piensan. No demuestran con sus obras lo que enseñan. No se refleja en sus
actitudes la devocin que profesan…
No nos podemos apear en esa estación. Hay que dar un paso más. Nuestra fe no
está sustentada en el plano personal de esos agentes. Nosotros no creemos en
ellos, no creéis en nosotros, sino en aquello que os presentamos: Jesucristo,
muerto y resucitado, es salvación de toda la humanidad. Un Jesús que propugna
para todos, y es bueno sealar “para todos” un mínimo de coherencia: a palabra
dicha (o escuchada) obra realizada.
2.- Vivimos en una sociedad donde prima muchísimo la buena imagen. No hace
mucho tiempo salía una encuesta en la que, se nos decía, que la Iglesia no
despierta, en España por lo menos, confianza social. Y, ante esta realidad, surgen
algunos interrogantes. ¿Cómo puede ser que, aquella Institución que realiza la más
extraordinaria obra social y caritativa con Cáritas o Manos Unidas al frente, reciba
este fiasco? ¿Será que no sabemos vender o publicitar la inmensa labor
evangelizadora que realizan los cristianos en medio de una sociedad en crisis
económica y moral?
En absoluto. Con el Evangelio en la mano, y también teniendo como telón de fondo
las dos lecturas de hoy, la Iglesia no está para conquistar ni buena ni mala imagen.
Su labor misionera (dar a conocer el depósito de la fe) no puede estar supeditada a
encuestas o aplausos, a críticas o alabanzas, homenajes o reconocimientos. Su
cometido muchas veces es ir (aparentemente por lo menos) contra corriente;
recordar la dignidad de las personas por encima de elementos pragmáticos; el
derecho a la vida como derecho primario o el peligro de ejercer una autoridad
absoluta en contra del propio ciudadano.
3.- La Iglesia, y porque está respaldada en el mismo Jesucristo, no puede vivir
pendiente del “qué dirán”. En todo caso, todos nosotros, tendremos que
preguntarnos una y otra vez si –aquello que escuchamos y decimos- lo llevamos
hasta las últimas consecuencias; aun a riesgo de no ser bien recibidos o tratados;
aun a costa de ser colocados en los últimos puestos en “encuestas bien cocinadas”;
aun al precio de ser considerados como freno de una sociedad que quiere todo a
costa del sacrificio de algunos.
Es bueno recordar, y no lo olvidemos, que la Iglesia está para servir pero con los
parámetros del evangelio y no para asistir como simple y cómoda espectadora a un
mundo en el que se aplaude y se valora el camino fácil; donde todo vale o se
enaltece la mediocridad en detrimento de la perfección personal o colectiva.
¿Que no somos apreciados como cristianos? Miremos a la cruz, a Jesús, a los
discípulos…..y tendremos una clara respuesta: tampoco ellos fueron comprendidos.
Y fueron grandes…ante los ojos de Dios! Cmo lo llevamos?
4.- HAZME VIVIR, SEÑOR, COMO TÚ DICES Y VIVES
Que haga, no aquello que el mundo espera,
sino aquello que Tú deseas:
para construir tú Reino siendo tu sal y tu luz
Con tu fuerza, Señor, y en tu Palabra
que viva con el fervor de tus discípulos
con la sencillez de María
o arropado con el testimonio de los mártires
Pero, Señor, que no viva de espaldas a tu Verdad:
que mi “sí” a tu voluntad,
se manifieste en un compromiso sincero por un mundo mejor
que mi “si” a tu Palabra
sea luego imagen real de lo que pienso y realizo
Que lejos de desafinar en mí existencia cristiana
sepa armonizar mi idea, con mi práctica
mis ilusiones, con mis realidades
mis anhelos, con mis luchas diarias
mi amistad contigo, con la fraternidad del día a día
HAZME VIVIR, SEÑOR, COMO TÚ DICES Y VIVES
Sin dividir mi estancia contigo, del servicio a los demás
la oración que te contempla y te necesita
del trabajo que me aguarda en la tierra que me espera
Sin olvidar que, aún mirándote con mis ojos,
o escuchándote con mis oídos
me faltará por recorrer el camino del recio compromiso
de la vida que se ofrece sin medida
de los gestos de perdón o de confianza.
HAZME VIVIR, SEÑOR, COMO TÚ DICES Y VIVES
Desviviéndote, en tu intimidad con el Padre
y deshaciéndote por la salvación de la humanidad
Guiándote por la mano del Padre
y dirigiendo con la tuya el camino del que te desea y busca
Proclamando la bondad de Dios en un mundo egoísta
y mostrando, con tus heridas y tu cruz,
que tu vida no es solo palabra…no solo proyectos…
que, tu vida, es hacer aquello que vives: ¡DIOS!