“El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado,
y el que se humilla será elevado.”
Mt 23, 1-12
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
EL QUE SE ELEVA SERÁ HUMILLADO, Y EL QUE SE HUMILLA SERÁ ELEVADO
Las palabras de Malaquías (Malaquías 1,14b-2,2b.8-10) a los levitas del templo también son
válidas para nosotros: funcionan como espuelas, para que todo ministerio en la Iglesia persiga
la realización de una vida eclesial según el proyecto divino, que quiere una comunidad
realmente fraterna, caracterizada por relaciones no dominadas por la lógica del poder, de la
gloria y del aparentar, sino de la entrega y la búsqueda amorosa de la voluntad de Dios.
Purificarnos de esta lógica mundana es renunciar -como nos enseña el Evangelio- al amor
desordenado, que es la raíz de la incoherencia entre palabras y obras, de la dureza y severidad
con el prójimo y del culto obsesivo por destacar y ser distinguido públicamente.
Como discípulos de Jesús, el único Maestro, e hijos del único Padre, estamos llamados a llevar
un estilo de vida coherente y a vigilar la autenticidad de nuestras relaciones con Dios y los
otros. El servicio, la humildad y la gratitud nacen de la conciencia de haber sido engendrados a
una vida nueva por el amor del único Padre celeste; sólo con estas actitudes interiores
evitaremos comportamientos arrogantes, teatrales e irrespetuosos con los más débiles, que
ofuscan enormemente la percepción del único origen y de la misma dignidad de todos los
miembros de la Iglesia en cuanto hijos del Padre. Si conseguimos ser humildes discípulos,
ofreceremos un testimonio auténtico. Y, quizá, otros descubran en ese testimonio la paternidad
de Dios y la vida de Cristo. Como antídoto contra la hipocresía nos servirán las palabras de
Jesús sobre el estilo humilde y el servicio desinteresado requerido al discípulo: “El mayor entre
ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será
elevado.”
Un ejemplo a imitar es Pablo, patente en la primera Carta a los Tesalonicenses, (1
Tesalonicenses 2,7-9.13) con su apostolado, generoso y exento de intereses personales,
preocupado por anunciar con toda franqueza el Evangelio que conduce a la vida nueva.
ORACION
Señor, líbranos de la hipocresía. Deseamos con la ayuda del Espíritu Santo seguir el estilo de
vida propio del discípulo de Cristo. Permítenos reconocer nuestras incoherencias, que ofuscan
el esplendor del Evangelio, y cuidar las relaciones contigo y con nosotros. Te damos gracias
porque en tu Pascua nos has engendrado para una vida nueva, manifestándonos tu amor de
Padre.
No permitas que en nuestras relaciones comunitarias prevalezca la búsqueda de intereses
propios, haciendo valer títulos y honores, sino el don inestimable de la fraternidad, que nace de
seguir a Jesús y tenerte como Padre.
Señor, deseamos ser tus discípulos, sin pretender convertirnos en maestros de otros, y
aprender de tus labios, único Maestro, siempre con gozo renovado, el amor de Dios Padre por
nosotros, sus hijos.