XXXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Padre Camilo Maccise, OCD
1. Existe en el mundo de hoy una crisis de autoridad que también se da al interior
de la Iglesia. En la sociedad predominan la corrupción y el autoritarismo. La
información es falseada para mantener a las personas sometidas. Por otro lado, en
la Iglesia el comportamiento poco edificante de líderes religiosos desacredita sus
orientaciones y enseñanzas. También el desconocimiento de la realidad del mundo
en que vivimos y la lejanía del pueblo sencillo hacen que, a pesar de que la mayor
parte de los obispos traten de cumplir evangélicamente su misión, no acierten a
hablar un lenguaje inteligible en el mundo de hoy o conserven estilos de gobierno
propios de otras épocas. Las críticas a las autoridades civiles y religiosas crecen en
la medida en que las personas se instruyen y son conscientes de la realidad del
mundo y de la Iglesia en que vivimos.
2. Si nos fijamos bien, en el evangelio de hoy, Jesús pone de relieve que el saber,
la ciencia, en el campo civil y religioso, puede ser fuente de opresión por parte de
los que tienen preparación. Cuando las personas son ignorantes en el campo
intelectual y religioso son manipulables y están sujetas a abusos de poder. Él, en
cambio, nos vino a liberar de la ignorancia religiosa: nos reveló ante todo el
verdadero rostro de Dios, como un Padre, una Madre lleno de misericordia y con
eso destruyó la opresión que ejercían los líderes religiosos sobre la gente sencilla al
presentarles un Dios juez. Cristo nos mostró nuestra dignidad humana y nos liberó
de tradiciones opresoras creadas por los que poseían el saber para ejercer su
dominio y controlar al pueblo. Por ello, insistió en que no llamáramos padre,
maestro o guía a ninguno que no siguiera sus enseñanzas.
3. Cuando leemos el evangelio el mensaje liberador de Jesús nos ilumina. El nos da
conciencia de quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos. Nos quita los
miedos y nos ayuda a tomar conciencia de nuestros deberes y derechos y nos da un
espíritu crítico en el buen sentido de la palabra para saber enjuiciar a las
autoridades y estructuras civiles y religiosas. Cuando estas últimas nos transmitan
lo que va de acuerdo con el evangelio debemos escucharlos aunque ellos no
practiquen lo que predican. En la Iglesia debemos favorecer la comunión y
participación y la instrucción religiosa para buscar juntos los caminos de Dios en la
historia de nuestro tiempo, compartiendo el saber y también la sabiduría que nos
da la experiencia de la vida.
Camilo Maccise