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XXXI Semana del Tiempo Ordinario (Año Impar)
Sábado
Lucas 16, 9-15
“Si con el dinero, tan lleno de injusticias no fueron fieles, ¿quién les confiará
los bienes verdaderos?”. Sobre ese tema que nos presenta el evangelio de hoy, San
Agustín enseña que: «El Señor nos declara la diferencia que hay entre los bienes
que debemos buscar y los bienes que necesitamos consumir en la siguiente
sentencia: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se os
darán por añadidura”. El Reino de Dios, en consecuencia, y su justicia son nuestros
verdaderos bienes, los cuales debemos nosotros buscar y poner en ellos el fin por el
cual debemos hacer todo aquello que hacemos. Mas como nosotros luchamos en
esta vida para poder arribar a aquel Reino y esas cosas son indispensables para
vivir, el Señor dijo: “Todas estas cosas se os darán por añadidura, pero vosotros
buscad primero el Reino de Dios y su justicia”.
Desde esta reflexión de san Agustín, podríamos decir que por medio de las
riquezas terrenas debemos conseguir las verdaderas y eternas. En efecto, si existen
personas dispuestas a todo tipo de injusticias con tal de obtener un bienestar
material siempre aleatorio, ¡cuánto más nosotros, los cristianos, deberíamos
preocuparnos de proveer a nuestra felicidad eterna con los bienes de esta
tierra! (cf. Discursos 359, 10).
A los hombres nos corresponde una tarea primordial: Buscar el Reino de Dios
y su justicia (cf. Ibíd. 6, 33). En esto debemos emplear todas nuestras fuerzas,
porque ese Reino es como un tesoro escondido en un campo, la perla más valiosa,
de que nos habla el Evangelio; y para obtenerlo, debemos hacer todo lo posible,
hasta venderlo todo (cf. Ibíd. 13, 44. 45), es decir, no tener otro afán en el
corazón.
Que María nos libre de la codicia de las riquezas, y haga que, elevando al cielo
manos libres y puras, demos gloria a Dios con toda nuestra vida.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)