"Yo soy la resurrección y la vida”
Jn 11, 17-27
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
EL LLANTO DE JESÚS JUNTO A LA TUMBA DE SU AMIGO LÁZARO
Nos detenemos en el llanto de Jesús junto a la tumba de su amigo Lázaro. Si sabía que iba a
devolverle la vida, ¿por qué llora? Sus lágrimas, tan reales, tienen también un valor simbólico.
Se trata de todas las miserias humana -cuyo culmen es la muerte corporal-, que producen en
Jesús esas lágrimas de compasión. Todo el misterio de la redención es un misterio de
compasión y de amor.
La resurrección de Lázaro provocará directamente la condena a muerte de Jesús, que libra a
los demás de la muerte a precio de su propia muerte.
Los judíos dirán: "¡Ha resucitado a Lázaro, que se salve a sí mismo!". Pero si Jesús se salvara
a sí mismo, no podría salvarnos. El amor es don. En Jesús vence el amor precisamente al no
salvarse a sí mismo, sino muriendo por nosotros. Pues el amor, para vencer, debe saber
perder: ésta es la ley fundamental del cristiano. No podemos obtener ningún bien para los
demás sin perder nosotros mismos por amor.
ORACION
Señor Jesús, eres nuestro amigo. Sabemos que nos amas muchísimo y que con frecuencia
haces con nosotros lo mismo que con tus amigos de Betania. Cuántas veces y en cuántas
circunstancias te llamamos, y tú no acudes enseguida. Tus demoras nos dejan preocupados.
Tus retrasos nos hacen morir.
Pero tú sabes por qué. Tú sabes lo que favorece a tus amigos. Tú sabes lo que más conviene a
los que amas. Todo lo dispones para hacer que creamos, para llevarnos a una fe más madura
y a una esperanza más firme. Mejor es tu llanto por nosotros que nuestro vivir tranquilo. Mejor
es morir para resucitar escuchando tu grito que nos llama. Señor Jesús, cuando por nuestra
miseria estemos muertos, desintegrados, no permitas que dejemos de creer que tú lo puedes
todo, porque lo quieres por la fuerza de tu amor y tu obediencia al Padre.
El Padre siempre te escucha porque se complace en ti. Tú, que eres la vida y compartes
nuestro morir cotidiano, tú nos harás salir del sepulcro, de todos los sepulcros en los que
caemos por la debilidad de nuestra fe