“Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”
Lc 15, 1-10:
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
MI CREADOR, NO DESEA OTRA COSA SINO QUE ESTÉ VIVO Y ME SIENTA SEGURO
Vivimos: es un hecho que damos por descontado, tan por descontado que no es raro
trivializarlo o incluso sentirnos aburridos, de suerte que, sin llegar a gestos extremos,
sobrevivimos sin «ganas de vivir». Si no consigo apreciar mi vida, muy difícilmente podré
estimar y valorar la de los otros.
La imagen del pastor atento a su oveja pretende comunicarme la pasión de Dios por mi vida.
No se siente en paz hasta que no me ha recuperado, después de que yo me haya alejado de
él, y desborda de alegría apenas me dejo abrazar. Tal vez sea éste precisamente el mensaje
que estoy esperando: que alguien se interesa por mí. Más aún, alguien, mi Creador, no desea
otra cosa sino que esté vivo y me sienta seguro.
Necesito estar disponible para dejarme buscar, para «ver» la alegría que Dios siente por mí.
Así podré captar algo de la belleza de la vida, que no es un terreno de rapiña para explotar lo
más posible, sino un don para celebrar. Dios me ha dado la vida y recurre a todo para que yo la
viva en plenitud. Ésa es su misericordia. Es inútil que me engañe a mí mismo: viviendo con él y
para él es como la vida tiene sentido y sabor. Junto a él aprendo a no poner obstáculos a la
vida de los otros y, más aún, a ser yo mismo “dador” de misericordia. Es posible que entonces
la vida se vuelva consistente también para mí, y no será ése un valor liviano, ese ave fénix que
aparece a veces, sino que será la experiencia de la comunión.
ORACION
He recorrido senderos escarpados, Señor, en mi huida... Una carrera afanosa e inquieta la mía.
Pero ¿hacia dónde?
A tientas agarro tu mano, la descubro siempre tendida hacia mí; y me aplaco. Dejo que mi
corazón se caliente con la chispa de alegría de tus ojos, Señor de mi vida. Ahora te reconozco:
tú eres mi respiración, mi luz, mi quietud, mi alegría. Si vivo es porque tú me mantienes en la
vida. ¿Qué tengo que no haya recibido? En mi rendimiento a tu misericordia, me descubro con
una mirada diferente hacia los otros: también eres la respiración, la luz, la quietud y la alegría
para ellos.
Y te mego: ayúdanos, a todos, a no juzgamos. Haz que sepamos damos, recíprocamente, el
bien más precioso que hemos recibido: tu misericordia. Haz que sepamos gozar de la alegría
que sientes por cada uno de nosotros.