EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Lucas 19,1-10.
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.
Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.
El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de
baja estatura.
Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar
por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque
hoy tengo que alojarme en tu casa".
Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un
pecador".
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes
a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más".
Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este
hombre es un hijo de Abraham,
porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".
Comentario del Evangelio por
Santo Tomás Moro (1478-1535), hombre de Estado inglés, mártir
Tratado para recibir el Cuerpo de nuestro Señor
«Hoy ha llegado la salvación a esta casa»
Recibamos a Cristo en la Eucaristía, como lo hizo Zaqueo, el buen
publicano...como deseaba ver a Cristo y como era bajo de estatura, se subió a un
árbol, y el Señor al ver su devoción lo llamó, le dijo que bajara del árbol y que
quería hospedarse en su casa, Zaqueo se apresuró y bajó, y con mucho gusto le
recibió en su casa. Pero no sólo se contentó con recibirlo alegremente, fruto de un
encuentro superficial..., lo demostró con sus obras virtuosas. Se comprometió a
devolver enseguida a todos, sin esperar a mañana, lo que no era suyo, y a dar la
mitad de sus bienes a los pobres y si había defraudado a alguno, restituirlo cuatro
veces más.
Con la misma rápidez, espontaneidad, y alegría; la misma alegría espiritual,
con la que le recibió este hombre en su casa, que nuestro Señor, nos conceda la
gracia de recibir su Santísimo Cuerpo y Sangre, su Alma y su Divinidad
todopoderosa tanto, en nuestro cuerpo, como en nuestra alma, y que el fruto de
nuestras buenas obras, pueden dar testimonio de que lo recibimos dignamente, con
una fe plena, y un propósito estable de vida buena, que se impone a aquellos que
comulgan. Entonces Dios,... nos dirá, como le dijo a Zaqueo: «Hoy ha llegado la
salvación a esta casa» (Lc 19,9)
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”