XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Padre Camilo Maccise, OCD
1. Vivimos en un mundo lleno de agitación y de cambios continuos, rápidos y
profundos, y eso influye también en nuestro modo de actuar. Nos acostumbramos a
improvisar soluciones de un último momento porque nos parece imposible prever
las cosas. Eso nos conduce a una superficialidad en nuestras relaciones con las
personas, con las cosas, con los acontecimientos. También pensamos que otros nos
pueden reemplazar y asumir lo que es responsabilidad nuestra. Por otro lado, la
inseguridad que domina la sociedad en lo económico y en lo político hace
recomendable tener seguros de vida, de salud, seguros contra posibles infortunios.
Nos movemos entre la imprevisión irresponsable o la previsión obsesiva. Otro tanto
sucede en nuestra vida cristiana.
2. En el evangelio de este domingo, de las vírgenes necias y prudentes, Jesús nos
invita a la sensatez y a la previsión en la perspectiva del encuentro con Él al final de
nuestra vida. Nos hace comprender que seguirlo y ser fieles a sus exigencias es una
responsabilidad intransferible. Las vírgenes necias son la imagen de quienes
piensan que en la búsqueda de Dios otros nos pueden suplir y darnos el aceite de la
fe y de las buenas obras, mientras que esto es una responsabilidad personal. Las
vírgenes eran necias porque pensaban que la conversión a Cristo para presentarse
delante de Dios la podían hacer a última hora. Tenían el vestido de bodas y la
lámpara en la mano, pero no tenían reserva de aceite para mantener encendidas
las lámparas y salir al encuentro del esposo.
3. La invitación de Cristo es la de vivir un auténtico cristianismo a lo largo de
nuestra existencia porque nuestra fe en Él no está reservada a la hora de la
muerte. Nuestro encuentro con el Señor no se puede separar de la forma como
hemos vivido. Ser un cristiano necio es tener una religión para el momento de
morir. Vivir encerrados en el egoísmo y querer luego improvisar el encuentro con
Cristo. Claro está que Él siempre nos acoge con misericordia, pero nos pide ser
sensatos, ser vigilantes, vivir preparados para el encuentro con Él que puede llegar
en cualquier momento para llamarnos al banquete de bodas, a vivir con Él en la
felicidad plena y duradera. La preparación para el encuentro con Cristo no es
asunto de última hora.
Camilo Maccise