Carta del Obispo de Posadas para el 32º domingo durante el año 06 de noviembre de 2011.
“LA PEREGRINACIÓN”:
En esta reflexión quiero tomar otro aspecto de la significación que tiene “Loreto” como centro de
espiritualidad, aquello que se refiere a la importancia de la religiosidad popular de nuestro pueblo y
especialmente a la “peregrinación” como una expresión de fe de nuestra gente a diferentes
santuarios, o como en este caso, al lugar donde Nuestra Madre de Loreto nos recibe, junto a la
“Memoria” y al compromiso que como hijos e hijas de Dios queremos asumir en este inicio del siglo
XXI.
Durante estos años me ha impresionado la fe de nuestra gente expresada en esta peregrinación a
Loreto, que realizamos este año los días 26 y 27 de noviembre, alrededor de la celebración de los
Mártires de las Misiones, San Roque González, San Juan del Castillo y San Alonso Rodríguez.
Vamos como Pueblo de Dios en acción de gracias, a pedir y a celebrar al Señor que nos cuida con
su misericordia; a ofrecer nuestros dolores y sufrimientos.
Este año de diferentes maneras se están preparando las comunidades para vivir este importante
encuentro eclesial y a la vez cultural. Ese fin de semana nos movilizaremos desde las Parroquias y
escuelas, en colectivos y autos hacia Loreto. Muchos, sobre todo jóvenes, peregrinarán caminando o
en bicicletas, desde Jardín América, Leandro N. Alem y Posadas. La Misa principal la
concelebraremos a las 09:00 hs del día 27 con todos los Sacerdotes y Diáconos de la Diócesis, junto
a nuestros Consagrados y al Pueblo de Dios como signo de fraternidad y comunión.
Considero que para profundizar sobre el acontecimiento Loreto, nos puede ayudar un texto del
documento de Aparecida sobre la importancia de la peregrinación en nuestra América Latina, como
un valor relevante, de nuestra religiosidad y espiritualidad: “Entre las expresiones de esta
espiritualidad destacamos las peregrinaciones, donde se puede reconocer al Pueblo de Dios en
camino. Allí el creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos hermanos,
caminando juntos hacia Dios que los espera. Cristo mismo se hace peregrino, y camina resucitado
entre los pobres. La decisión de partir hacia el santuario ya es una confesión de fe, el caminar es un
verdadero canto de esperanza, y la llegada es un encuentro de amor. La mirada del peregrino se
deposita sobre una imagen que simboliza la ternura y la cercanía de Dios. El amor se detiene,
contempla el misterio, lo disfruta en silencio. También se conmueve, derramando toda la carga de su
dolor y de sus sueños. La súplica sincera, que fluye confiadamente, es la mejor expresión de un
corazón que ha renunciado a la autosuficiencia, reconociendo que solo nada puede. Un breve
instante condensa una viva experiencia espiritual. Allí, el peregrino vive la experiencia de un misterio
que lo supera, no sólo de la trascendencia de Dios, sino también de la Iglesia, que trasciende su
familia y su barrio. En los santuarios muchos peregrinos toman decisiones que marcan sus vidas.
Esas paredes contienen muchas historias de conversión, de perdón y de dones recibidos que
millones podrían contar”. (259.260).
Cuando vamos a Loreto visitamos a nuestra Madre en la Capilla de la Virgen, donde estará la tumba
simbólica del Padre Antonio Ruiz de Montoya, cuyos restos fueron traídos desde el Perú cumpliendo
así su pedido: “que sus huesos residan donde fueron gastados”. En Loreto esta, además, la vía
procesional que en poco tiempo estará recuperada para la oración y el “Vía Crucis” de nuestra gente,
y el Templo grande y abierto en memoria de Nuestros Santos Mártires de las Misiones.
Durante el año son muchos los que peregrinan desde parroquias, escuelas o individualmente. Van a
orar a para pedir y agradecer. En este año como Diócesis, como Provincia, pedimos especialmente
por “la vida, la familia, la paz y por la tarea de la evangelización a realizar en nuestras tierras para
que hoy como ayer podamos anunciar a Cristo, el Señor.
Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo. Mons. Juan R. Martínez.