XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO A
Sb 6, 12-16; Sal 62; 1Ts 4, 13-17; Mt 25, 1-13
Entonces, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que
tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran
insensatas, y cinco prudentes. Cuando las insensatas tomaron sus
lámparas, no tomaron consigo aceite; pero las prudentes tomaron aceite
en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y como tardaba el novio,
todas cabecearon y se quedaron dormidas. A la media noche se oyó gritar:
"¡He aquí el novio! ¡Salid a recibirle!" Entonces, todas aquellas vírgenes se
levantaron y alistaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las
prudentes: "Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se
apagan." Pero las prudentes respondieron diciendo: "No, no sea que nos
falte a nosotras y a vosotras; id, más bien, a los vendedores y comprad
para vosotras mismas." Mientras ellas iban para comprar, llegó el novio; y
las preparadas entraron con él a la boda, y se cerró la puerta. Después
vinieron también las otras vírgenes diciendo: "¡Señor, señor, ábrenos!"
Pero él respondiendo dijo: "De cierto os digo que no os conozco." Velad,
pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.
En este domingo, las lecturas nos hacen presente la tensión que está llamada a
vivirse la vida cristiana. San Pablo nos dice que la fe se vive en esperanza; porque
si supiéramos con objetividad lo que esperamos nos afirma que ya no sería
esperanza, porque el mismo San Pablo dice que vivimos la fe como una esperanza
aún velada. Esta fe en la que Cristo fundó la Iglesia, y en la que estamos llamados
a vivir la vida cristiana, no nos lleva a vivir una esperanza desencarnada de nuestra
realidad, pues tenemos XXI siglos de vida de la Iglesia que nos garantizan la
fidelidad de Dios en sus promesas, y que la realización del cumplimiento de estas
promesas se ha iniciado con la Encarnación de Cristo y ha tenido su culmen en su
Misterio Pascual.
En la segunda lectura San Pablo afirma el sentido de la vida cristiana en esperanza.
La carta dirigida a los Corintios (1Co, 15), sostiene el mismo San Pablo: “…si los
muertos no han resucitado vana es nuestra fe…, siendo los más dignos de
compasin entre los hombres…”. Por eso, el mismo San Pablo dirá en otra de sus
cartas: “…mientras los judíos piden seales y los griegos piden sabiduría; nosotros
predicamos un Cristo y Cristo crucificado, escándalo para los judíos y necedad para
los griegos…”. De esta manera tenemos que decir que solamente en la medida que
estemos unidos a Cristo, la esperanza en la cual estamos llamados a vivir la vida
cristiana se convierte en una estrada luminosa en medio de un túnel oscuro. El
mismo Cristo nos ha dicho que nadie puede ir al Padre sino a través de Él; nuestra
esperanza siempre permanecerá velada y no será una revelación del amor de Dios
para nosotros en Cristo en la Jerusalén del cielo.
El evangelio del presente domingo de este domingo es uno de los evangelios con
mayor número de comentarios; nosotros sólo quisiéramos remarcar un aspecto,
que es el de la vigilancia según el Evangelio habían diez vírgenes, 5 prudentes y 5
necias, y las prudentes pudieron mantenerse en vela porque tenían aceite en su
alcuza, esto quiere decir que solo se puede esperar en Dios, creer en Dios y vivir en
Dios si se tiene aceite.
El aceite, del que habla el evangelio del presente domingo, no sólo se puede referir
al Espíritu Santo, o a la unción que recibe un elegido de Dios; como se realizaba en
el Antiguo Testamento. Este aceite, en el contexto del presente evangelio, se está
refiriendo a la Palabra de Dios, y no sólo a la Palabra de Dios escuchada, sino
acogida y encarnada en el hombre. De esta manera, podemos entender en el
evangelio porque algunos entran en el banquete y otros no. Pues, el que tiene
encarnada en su vida la Palabra de Dios, no sólo entrará en el banquete del Reino,
sino que su vida, ya aquí en este mundo, la vive como un anticipo del banquete del
Reino.
Las vírgenes necias ue son las ue no tienen aceite en la alcuza, las que no han
acogido en su vida la Palabra no participan en el banquete porque en ellas no
habita la Palabra, por eso dice en el evangelio: “…se durmieron…”; porque su
misma vida es expresión de no fiesta. San Gregorio Nacianceno dice: “…su fe no es
una lámpara que ilumina sus vidas, por el contrario viven: de manera orgullosa,
arrogante, indolente, negligente…” (San Gregorio Nacianceno, Discurso 40).
Al final del evangelio Cristo dice: “…no os conozco…”, Cristo dice esto porque en
ellos no ve la imagen y semejanza con la cual su Padre ha creado al hombre. Pues
ésta ha sido la vida de Cristo, revelar al Padre de allí la respuesta que le da a Felipe
en el evangelio de San Juan: “…Felipe, quien me ha visto a mí ve al Padre…”.
Las lecturas de este domingo nos invitan a estar vigilantes y la vigilancia está en lo
que dice el Salmo 94: “…si hoy escucháis la voz de Dios no endurezcáis el
corazn…”. Tengamos cuidado de ser como las vírgenes necias que si no tenían
aceite) acoger la Palabra=, es porque su corazón estaba endurecido y/o embotado,
y por eso estemos vigilantes para que nuestro corazón no se embote, no se
endurezca y escuchemos la voz de Cristo, porque a través de Cristo podemos entrar
en el banquete de la Jerusalén celeste, porque nuestra visa está llamada a ser unas
nupcias con Dios.
Pbro. Oscar Balcázar Balcázar