“No se puede servir a Dios y al Dinero”
Lc 16, 9-15
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
PREPARARSE AL ENCUENTRO CON EL SEÑOR.
Amar es servir: he aquí una síntesis estupenda de la vida cristiana: Servir con humildad: he
aquí otra exigencia del Evangelio. Traducir el amor en gestos concretos de atención a los otros:
he aquí un estilo de vida que el discípulo de Jesús ha de hacer suyo.
Amar, pues, pero ¿a quién?, ¿a qué?, ¿en qué condiciones?, ¿hasta qué punto? Quien está un
tanto familiarizado con el Evangelio no tarda en encontrar las respuestas adecuadas. Si el
objeto de su amor es el dinero, entonces se hará esclavo del dinero. En vez de servirse de él
para sí y para los otros, quedará sometido al mismo.
Servir, en segundo lugar, pero ¿a quién?, ¿a qué?, ¿hasta qué punto? El verdadero seguidor
de Jesús sabe con toda claridad que no basta con ejercer algunos servicios de cualquier modo;
sabe que existe una jerarquía de valores que debemos respetar y, hasta cuando nos pongamos
al servicio del prójimo, debemos tener siempre delante a aquel por cuyo amor nos hacemos
siervos. Es preciso discernir también no sólo aquello que estamos llamados a hacer, sino a
quién prestamos nuestro servicio y por qué lo hacemos.
Por último, morir: la perspectiva de la muerte, lejos de intimidar al creyente, a quien alimenta la
esperanza de una vida sin fin junto a su Señor, contribuye a dar una motivación ulterior y más
fuerte al servicio y a la caridad. Morir como personas libres no sólo porque debamos dejarlo
todo y a todos, sino porque no tenemos ya nada ni a nadie que nos pueda retener y atar a esta
tierra.
Quien aprende a servir por amor se prepara a bien morir; así hace también quien encarna su
amor en gestos de servicio concreto a los últimos. No hay mejores opciones que éstas para
prepararse al encuentro con el Señor..
ORACION
Como tantos otros, también yo, Señor, me esfuerzo por entrar en tu casa, pero, antes de cruzar
el umbral, me fijo estos objetivos: seguir el ejemplo de aquellos que no tienen nada de lo que
avergonzarse en su vida; comportarme bien, como amigo de la cruz; alejarme de los ídolos del
placer, del poder, del dinero; liberarme de todo complejo de superioridad; transfigurar mi cuerpo
para configurarlo con el de Cristo; resistir firme junto al Señor, para que los hijos del mal no
lleven las de ganar; evitar hacerme el listo perjudicando a los otros; acallar las mentiras con
valor; celar por la salvación del mundo y por la causa del Reino; administrar los dones con la
sencillez de la paloma, pero también con la prudencia de la serpiente. Solamente de este modo
la astucia se convierte en sabiduría.