XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
LA ESPERA QUE MADURA EN ESPERANZA
La Palabra: “Velad, porque no sabéis el día ni la hora” (Mt 25, 1-13).
1. Independientemente de la respuesta que demos, la vida humana es continua
expectativa de algo. Se define como espera que unas veces termina en esperanza y
otras en desesperación. Es importante que nos reconciliemos con nosotros mismos
y aceptemos esta condición. De lo contrario, nos impacientamos y nos angustiamos
inútilmente porque no llegamos a todo. La misma ansiedad con su ritmo vertiginoso
produce hoy el estrés y la depresión.
2. En las parábolas de Jesús se debe distinguir entre el sentido que inicialmente
tuvo la parábola, y la aplicación de la misma en las comunidades donde se
escribieron los evangelios. Originariamente, parece que Jesús dijo esta parábola ya
en vísperas de su muerte, para denunciar la conducta de las autoridades religiosas
judías: creían que con pertenecer al pueblo judío y cumplir con las purificaciones
prescritas, podían dormir tranquilas sin preocuparse de la misericordia y de la
justicia social. A la hora del juicio el Seor dirá: “¡No os conozco!”. La comunidad
cristiana donde escribió Mateo posiblemente ansiaba y esperaba la parusía o
manifestación gloriosa del Señor. De ahí la expresión: “velad porque no sabéis el
día ni la hora”.
3. La parábola debe ser leída en nuestro horizonte con actualidad para convertir
nuestra espera en esperanza. En los primeros siglos de la Iglesia se llamaba
“nefito” –nuevo iluminado– al que recibía el bautismo; y todavía hoy el ritual
sugiere dar al recién bautizado una vela encendida como signo de la fe que ha de
renovar y hacer brillar cada día. La parábola de las vírgenes denuncia la insensatez
de los que por un lado han dicho sí al evangelio: trabajar por una sociedad más
justa y compartir cuanto somos y tenemos. Pero en la práctica siguen arrodillados
ante los ídolos o falsos absolutos: seguridad individualista, prestigios sociales,
poder sobre los demás. Estar en vela significa el encuentro en la historia con un
Dios que está viniendo, nos mira con amor a todos, y desde dentro –desde nuestra
conciencia– sugiere, una y otra vez, que seamos compasivos y solidarios,
especialmente con los que no tienen, ni saben, ni pueden. Sólo esta conducta
puede hacer que nuestra espera madure en esperanza.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net