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HOMILÍA
32° DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO A
Lecturas Bíblicas:
Sabiduría 6, 12-16
1ª Carta de san Pablo a los cristianos de Tesalónica 4, 13-18
Evangelio según san Mateo 25, 1-13
SALIR AL ENCUENTRO DEL SEÑOR
Esta parábola está integrada en el último discurso de Jesús antes de su
Pasión, discurso que el evangelista san Mateo llama escatológico, porque se
anuncia la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos.
La parábola de las diez damas de honor de las bodas de la fiesta de bodas , es
una exhortación a estar preparados para la llegada del Señor, el cual está
representado por la figura del esposo. El arribo del esposo puede tardar y es
sorpresivo. Por ello, es necesario estar alertas, vigilantes. Al día y la hora de la
vuelta de Jesús no la conocemos (Mt. 24, 36). Pero lo que los hombres
medimos en nuestros calendarios y relojes, tiempos y previsiones, como una
tardanza o demora, no es un retraso del Señor, porque Dios tiene otras
medidas y otros cálculos que escapan a nuestra comprensión, y Él siempre
llega, ciertamente no falla, llega a sus citas en el momento preciso previsto
por Él como el más conveniente, aunque nosotros lo desconocemos .
Lo que Jesús a través de la parábola nos quiere trasmitir es una pedagogía de
la espera para el encuentro con Él .
La enseñanza se parece a la de otras parábolas: la del ladrón , que puede abrir
un boquete e ingresar en la casa a la hora menos pensada (Mt. 24, 43), y la
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del propietario que inesperadamente regresa de su largo viaje y pide cuentas
de la administración de sus bienes a sus servidores (Mt. 24, 45-51 y 25, 14-
30).
Así será el reino de los cielos (Mt. 25, 1), como la costumbre de celebración
de las bodas que utiliza Jesús para su relato. Él es el novio que va a casa de la
novia para buscarla. La novia o esposa es la Iglesia, que en la parábola no
aparece sino representada por las diez damas de honor con sus lámparas de
aceite para iluminar la noche y recibir al esposo. Cinco de ellas eran
previsoras, sabias, prudentes, y las otras, podríamos decir “tontas”, porque
no planificaron, no tuvieron en cuenta la eventual tardanza del novio ni
previeron la necesaria reserva de aceite, combustible para sus lámparas. Las
primeras supieron esperar al novio, estas últimas no habían aprendido la
pedagogía de la espera. Las diez se durmieron, pero sólo las que estaban
preparadas formaron el cortejo y entraron con el novio en el interior para
celebrar las bodas.
¿Qué es el aceite de las lámparas que por las llamas del fuego iluminan y dan
calor sino el símbolo de la luz de la fe y el ardor de la caridad, y las buenas
obras con que debemos prepararnos para la venida el Señor? “Cuando llegue
aquel día, muchos me dirán Señor, Señor y yo entonces les declararé
Nunca los conocí ” (Mt 7, 21-23). Como a las mujeres imprevisoras que no
llevaron aceite suficiente para iluminar esa noche y se retrasaron al ir a
comprarlo sobre la hora: “no las conozco” (Mt. 25, 12). Para entrar al reino
de los cielos hace falta el aceite y las lámparas encendidas, la fe y la caridad.
No sólo la fe, sino también las obras , porque “no todo el que me diga Señor,
Señor! Entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi
padre del cielo ” (Mt 7, 21)
Con estas disposiciones hemos de prepararnos para el encuentro con el
Señor. No sólo el de su segunda y última venida al fin de los tiempos sino
para todo encuentro con Jesús : en la Eucaristía, en la oración, en el hermano
necesitado que me interpela.
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Prepararse , como alguien prepara sus valijas con todo lo que necesita para
un viaje antes de emprenderlo; prepararse, con tiempo, con anticipación,
como los novios preparan la ceremonia y festejos de su matrimonio; como el
estudiante universitario se prepara para rendir un examen final de su carrera.
Prepararse no principalmente es estar angustiado, nervioso, sino prever todo
y confiar, anticipando el gozo de lo que vendrá . Prepararse para el encuentro
con el Señor.
Él, Jesús, es la Sabiduría hecha carne , la sabiduría de la que habla el texto de
la primera lectura: luminosa hasta no perder nunca su brillo, que se deja
encontrar por los que la buscan y se anticipa a los que la desean, la Sabiduría
que está sentada a nuestra puerta. Ella, la Sabiduría Encarnada, es la que
espera antes de ser esperada, Ella es la que busca antes de ser buscada, y se
muestra y sale al encuentro de los que son dignos de ella (Cf. Sab. 6, 12-16).
Celebramos la Eucaristía hasta la vuelta del Señor.
Pbro. Hernán Quijano Guesalaga,
Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús,
Capilla Policial San Sebastián,
Paraná, Argentina
Sábado 5 y Domingo 6 de noviembre de 2011