Contemplar el Evangelio de hoy
Día litúrgico: Domingo XXXII (A) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Mt 25,1-13): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos
esta parábola: «El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con
su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran
necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se
proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas
tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y
se durmieron.
»Mas a media noche se oy un grito: ‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su
encuentro!’. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus
lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de vuestro aceite, que
nuestras lámparas se apagan’. Pero las prudentes replicaron: ‘No, no sea que
no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los
vendedores y os lo compréis’. Mientras iban a comprarlo, lleg el novio, y las
que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la
puerta.
»Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: ‘¡Seor, seor, ábrenos!’. Pero
él respondi: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Velad, pues, porque no
sabéis ni el día ni la hora».
Comentario: Rev. P. Anastacio URQUIZA Fernández MCIU (Monterrey, México)
«¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!»
H oy, se nos invita a reflexionar sobre el fin de la existencia; se trata de una advertencia
del Buen Dios acerca de nuestro fin último; no juguemos, pues, con la vida. «El Reino de
los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al
encuentro del novio» (Mt 25,1). El final de cada persona dependerá del camino que se
escoja; la muerte es consecuencia de la vida -prudente o necia- que se ha llevado en este
mundo. Muchachas necias son las que han escuchado el mensaje de Jesús, pero no lo
han llevado a la práctica. Muchachas prudentes son las que lo han traducido en su vida,
por eso entran al banquete del Reino.
La parábola es una llamada de atención muy seria. «Velad, pues, porque no sabéis ni el
día ni la hora» (Mt 25,13). No dejen que nunca se apague la lámpara de la fe, porque
cualquier momento puede ser el último. El Reino está ya aquí. Enciendan las lámparas
con el aceite de la fe, de la fraternidad y de la caridad mutua. Nuestros corazones, llenos
de luz, nos permitirán vivir la auténtica alegría aquí y ahora. Los que viven a nuestro
alrededor se verán también iluminados y conocerán el gozo de la presencia del Novio
esperado. Jesús nos pide que nunca nos falte ese aceite en nuestras lámparas.
Por eso, cuando el Concilio Vaticano II, que escoge en la Biblia las imágenes de la
Iglesia, se refiere a esta comparación del novio y la novia, y pronuncia estas palabras:
«La Iglesia es también descrita como esposa inmaculada del Cordero inmaculado, a la
que Cristo amó y se entregó por ella para santificarla, la unió consigo en pacto
indisoluble e incesantemente la alimenta y la cuida. A ella, libre de toda mancha, la
quiso unida a sí y sumisa por el amor y la fidelidad».
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