XXXIII DOMINGO ORDINARIO A
(Proverbios 31:10-13.19-20.30-31; Tesalonicenses 5:1-6; Mateo 25:14-30)
Cuando se dice “el Día del Seor”, ¿en qué pensamos? A lo mejor, las palabras nos
recuerdan del día domingo. Pensamos en levantarse tarde, en comer carnitas, y en
ver el fútbol. Pero no es que todas tengan un concepto tan tranquilo para “el Día
del Seor”. En la Biblia paradjicamente “el Día del Seor” provoca miedo. Pues es
el día en que Dios va a mostrar su poder.
Particularmente los profetas hablan del “Día del Seor” como la vindicacin de Dios
por todos los caprichos que los hombres han tramado. Es el tiempo del castigo al
pueblo Israel por su infidelidad a la Alianza. Así el profeta Amós dice que en el día
del Señor los ricos huirán del león sólo para encontrar el oso por haber defraudado
a los pobres. También otras naciones van a ser juzgado en el Día del Señor. El
profeta Joel dice que Egipto va a quedar en ruinas por su mal tratamiento del
pueblo Judá.
En el Nuevo Testamento Jesús advierte del día de la venida del Hijo del Hombre con
las mismas imágenes espantosas que usan los profetas. Dice que será precedido
por guerras y terremotos. Cuando venga, será tan repentino como el diluvio que
lleva al condenado a la ruina antes de que asegure sus pertenencias. Pero no todos
van a ser perdidos. Según el Señor, quedarán los justos para ser rescatados. Pablo
retoma el tema en la Carta de que hemos leído ahora. Amonesta a los
tesalonicenses que no sean sorprendidos por la venida del Señor. Más bien, tienen
que ponerse en espera a recibirlo por vivir rectos como columnas.
Pablo tiene en cuenta que la venida del Señor tendrá lugar pronto. Sin embargo, ha
sido casi miles de años desde que vivió, y todavía el Señor no ha llegado
definitivamente. Nos deja con el interrogante: ¿va a venir Jesús en verdad o es la
predicción de su retorno sólo una manera de motivarnos a ayudar al prójimo y no
robarlo?
Cada Adviento renovamos nuestra creencia en el retorno del Señor. Nos damos
cuenta de que es mejor que no venga en nuestra época porque muchos se han
emprendido en caminos de orgullo, codicia, y rencor. Sin embargo, en un sentido
Jesús nos regresa diariamente en los sacramentos. Está aquí en esta misa para
fortalecer nuestra flaqueza. Nos convence que cuando venga en gloria al final de los
tiempos, va a atraer a todos a sí mismo para que se arrepientan muchos.
Ahora tenemos que resistir a los profetas antipáticos que predicen el fin del mundo
pronto. Un comentarista de radio dijo que el Señor vendría en mayo del año actual.
Otros declaran que el mundo tendrá fin en diciembre del año 2012 cuando el
calendario maya supuestamente termina. Aunque es posible que algunos se
recapaciten sus modos erróneos por estas tonteras, en fin no sirven bien. Cuando
se percibe que no se presenta el Señor en el día indicado, la misma genta va a
sentir desengañada. Entretanto aquellos que tienen desdeño para la religión van a
reírse de ella aún más. Siempre tenemos que recordar lo que dice Jesús en el
evangelio: “Por lo que se refiere a ese Día y cuando vendrá, nadie lo
sabe…solamente el Padre.”
En la costa de California existe una de las maravillas de la creación. Las sequoias se
levantan al cielo como columnas. No es que se vengan y se vayan pronto. No, se
quedan allí por cientos de años como si se pusieran en espera de la venida de
alguna persona. Así nosotros vivimos rectos preparándonos para la venida del
Señor. La gente no nos mira con codicia ni rencor. Más bien por vernos se da
cuenta que ahora es tiempo para arrepentirse de sus caprichos. Ahora es tiempo
para retornar al Señor.
Padre Carmelo Mele, O.P.